LAS VOCES DE PENÉLOPE – LA SAL DE LA TIERRA

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Tuve la oportunidad de ver “La Sal de la Tierra”,un hermoso documental homenaje de WinWendersy Juliano Salgado, a su padre Sebastiao Salgado, el gran fotógrafo brasileño que mostró al mundo los rostros de la guerra, desplazamientos forzosos, hambrunas, los Sin Tierra Brasileros y los paisajes desolados y hermosos, ajenos a la sistemática destrucción ala naturaleza. El punto de vista escogido es el de mostrar la obra y el discurso vital de su padre en cámara, sin poses, con la transparencia de quien se mueve en delicado entramado de palabras y acciones.

Saalgado, quienha recorrido varias veces el mundo y contemplado con horror los desafueros de la ausencia de sentido de humanidad, decidió salvar el inhóspito lugar que en su infancia fuera hermoso valle, sometido a la tala y la quema: sembró 1.500 árboles que a lo largo de los años se convirtieron en la sombra y vivero natural de la fauna y la flora e incorporó a todos los habitantes del lugar.

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Los rostros visiblemente conmovidos de cinéfilos, no bastan para cambiar la actitud expoliadora o indiferente realizada en contra de las reservas naturales, sin las cuales la vida sería imposible.Lo de cuidar la naturaleza incluye al ser humano que por desconocimiento o ambición la destruye. Materia pendiente en este gobierno que sigue sin salvar cuencas de los ríos o vidas humanas por falta de atención médica o medicinas.

Descuido que incluye la indiferencia ante la fuga de cerebros. 10.000 médicos venezolanos se han ido a probar suerte y a vivir los sinsabores de la emigración. Los 7.830 que laboraban en hospitales públicos lidiaron con la falta de insumos hospitalarios, con los bajísimos salarios que hoy por hoy están por debajo del salario mínimo y la evidente falta de preparación de sus “colegas” bolivarianos, quienes de paso, tienen mejores remuneraciones.

El reciente paro de la UCV remueve la reflexión en un país que ha visto implantarse una concepción de “igualdad” hacia abajo, como si la igualdad no fuera un asunto de derechos y oportunidades que conlleva capacidades y obligaciones, sino de dádivas gubernamentales.Lo que debiera ser un principio de justicia, se transforma en lo contrario, al no estimular esfuerzos, méritos, responsabilidades y deberes ciudadanos. Que 6 años de estudio exigente y de reconocida calidad en nuestros médicos,equivalgan a 3 años de estudios de medicina preventiva, es irresponsable. Mucho más si dichos estudios no han contado con calidad teórico-práctica, ni con las exigencias mínimas.

Un falso concepto de “igualdad” justificó atacar las universidades públicas donde ellos mismos se graduaron y en lugar de contribuir a solucionar sus problemas internos, desarticularon sus mecanismos de funcionamiento. Olvidaron el valor del conocimiento sistemático, la docencia e investigación universitaria como aporte a la sociedad y formación profesional. Siempre el discurso crítico del campo de las ciencias sociales y las humanidades en general,molestó a los sectores más reaccionarios y neoliberales de la sociedad, pero en estos quince años, su condición de espacio de discusión y cuestionamiento del quehacer político, económico, científico y cultural del Estado y sus gobernantes, trajo como consecuencia su cerco y ahogo.

Mal debemos estar cuando el nivel educativo desde la primaria ha bajado la calidad y los egresados de universidades gubernamentales no han recibido una formación exigente. Mientras, las universidades públicas agonizan porque no hay cómo investigar y sus catedráticos ganan menos que sus porteros. Se destruyó el aparato productivo y se sustituyó la laboriosidad con la distribución indiscriminada y clientelar del dinero proveniente de la producción petrolera. ¿Se imaginan si el Congreso en lugar de militantes, estuviera lleno de gente preparada y egresados universitarios cuyo ejercicio político estuviera guiado con proyectos y propuestas alejadas del populismo de cualquier tendencia y color?
Crear escuelas, liceos y universidades, equivale a sembrar árboles, porque se siembra apego al lugar donde nacemos y respeto a la vida. Remunerar a cada quien según trabajo, preparación y méritos, es una forma de cuidar los recursos humanos, que aunque parezca lo contrario, no son renovables y son también la sal de la tierra.

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