La imagen de una madre amamantando a su hijo genera siempre una gran ternura. Pero si esa imagen se multiplica por cientos de miles que son el resultado de embarazos no deseados, entonces tenemos un desastre social.
Desde hace por lo menos dos años los preservativos y anticonceptivos han desaparecido del mercado, y los jóvenes no han dejado de tener sexo. Es muy probable que muchas de esas jovencitas que vemos embarazadas con un bebé en brazos no querían quedar embarazadas, solo querían disfrutar del sexo, algo inobjetable, pero les resultaba imposible hacerlo de manera responsable, tomando las precauciones necesarias.
El sexo sin protección y sin planificación lleva a enfermedades algunas muy graves como el Sida y a embarazos indeseables, cuando la madre no está preparada para esa tarea. Ya vemos una oleada de niñas preñadas o con un bebé. Esto afectará para mal sus vidas: abandonarán la escuela, serán madres sin parejas o entrarán en una rutina de parejas que las dejan cada vez que salgan embarazadas.
Es un obvio problema social que agrava todas las demandas asociadas a una población que crece rápidamente. La teoría de Malthus no se ha demostrado falsa, todo lo contrario, solo fallaron las predicciones en cuanto a la fecha en que iba a presentarse la gran hambruna, fecha pospuesta por la tecnología y la expansión de la frontera agrícola. Los recursos para alimentar al mundo se están agotando: aguas contaminadas, tierras esterilizadas, un despilfarro de recursos que con frecuencia se consumen por razones y hábitos inaceptables. La tecnología aún puede ampliar la producción, pero cada vez más se acercará al límite y entonces habrá necesidad de detener el crecimiento poblacional e ir reduciendo la población a límites ecológicamente aceptables.
Ya es evidente que en Venezuela, por mucho que se esfuerce el gobierno, no es posible dar rápidamente vivienda, escuelas y maestros, servicios públicos, alimentación, salud y médicos a un ritmo mayor que el crecimiento de la población y solo si la oferta de servicios va más rápido que el crecimiento demográfico será posible ir disminuyendo los déficits. Este crecimiento desbordado ocurre principalmente en los estratos más pobres de la población porque los sectores de mejores ingresos hace ya tiempo que practican el sexo responsable, aunque están lejos de practicar también un consumo responsable y autolimitado, ecológicamente consciente.
No faltan los que piensen, revolucionariamente, que no hay que limitar el crecimiento de los pobres sino el consumo de los ricos. Estas opciones no son excluyentes. De hecho, en Cuba, donde, supuestamente no hay ricos pero sí una gran escasez de recursos, practican abiertamente el control del crecimiento poblacional, incluyendo el aborto. La población cubana apenas ha crecido.