El fino humanista, Juan Páez Ávila, con mucha frescura narra en su novela Los Coroneles de Carohana, diálogos de viejas y nuevas datas, confundidos en el tiempo histórico, guerras de la Independencia, con historias actuales y los personajes o sus descendientes se entremezclan, en los tiempos.
Con una fluidez muy sencilla comenta anécdotas vivas y actuales, la construcción de la represa y la exhumación de los cadáveres del cementerio innundado, los primeros canarios que llegaron a cultivar la tierra, convierte a Carohana en escenario de luchas sociales, explotación, grandes negociados, prostitución y también historias de amores y desamores.
La imaginación de soldados y frailes, que el escritor quiere revivir la genealogía, sin lograrlo, ya que sus rostros no han sido marcados en lienzos, ni en bronces.
Quizás Pedro León Torres y Jacinto Lara pasan a ocupar los primeros planos y al fondo una muchedumbre de anónimos frailes, indios, negros, esclavos, mujeres, médicos, cada uno con una historia particular muy humana, que parece vivirse en la actualidad junto a ellos.
Situaciones mágicas o místicas, como la desaparición de Esteban en la represa de Carohana, que presumimos muere, rescatando sus muertos, pareciera recordar el dicho del poeta “Dejad que los muertos entierren a sus muertos”.
Los héroes anónimos transitaban de patriotas a realistas o viceversa, eran movidos por Dios en el ajedrez de la conveniencia.
El escritor Páez Ávila presenta una estupenda visión del conjunto de un proceso histórico sin tiempo.
Al lado de la historia guerrera, social, están las historias naturales de Octoloco o cualquiera de sus personajes, Felipillo Gumersindo o la meretriz por obligación, administradora del Burdel “la jungla”.
El libro de Páez Ávila es un muestrario de una literatura fresca, sencilla, fácil de leer, humana, sentida y querida; presenta dramas, historias, sin llegar a la tragedia, hace transiciones de estilo, que sumergen al lector en la historia y en la realidad, al tiempo pasado y presente, hace profecías que parecen estar viviendo, con argumentos económicos, y realiza una pintura de la época pasada y actual.
El desorden en su obra no es casual, es una manera de mezclar el amor y la pasión, la virtud y el desvalor, por ello este escrito no puede considerarse una crítica, sino un comentario, al sentirme partícipe en la novela, identificándome con sus personajes y no como un espectador alucinado y no contar los hilos de sus relatos todos fascinantes.
El autor se convierte en confidente de los personajes y se enfrenta al Indio Reyes Vargas, apoyando al médico Bracho, quien con su pensamiento liberal quiere y desea un mundo mejor y mas humano, la unión de la sangre del conquistador y las princesas indígenas, produjeron un mestizo, que confundido, no sabía si abrazaba la causa de la Independencia o su lealtad hacia los reyes o por el contrario hacia sus propias guerras, defendiendo sus intereses.
El grito de libertad se oye y reclama que le han matado su pasado y le han impuesto un presente muy cerca del apocalipsis, sin embargo proclama que la muerte no puede ser la única alternativa para alcanzar la paz, por ello la novela no llega a la tragedia, sino que se convierte en un canto a la Libertad y a la paz.
“El aprendizaje mas caro y útil para nuestra existencia es el sufrimiento”, con esta cita, nos indica que se aprende haciendo, que se conquista, la paz y la libertad luchando no como simples espectadores.