Juan Pernalete, vicepresidente de la Cámara de Pequeños y Medianos Industriales de Lara (Capmil), sostiene que las asignaciones de sueldo mínimo, sin estimaciones de las variables en juego, son más perjudiciales que beneficiosas.
“Entendemos la gran necesidad de nuestro trabajadores, sobre todo en el escenario actual, pero el aumento debería corresponder a las realidades particulares de cada empresa”.
Señaló que si se toman en cuenta los bajos niveles de producción, por falta de materia prima, se podría estimar que el flujo de caja es bajo y el capital de trabajo es pequeño, lo cual los impide para aumentar los porcentajes deseados. “Podemos querer aumentar, pero no contamos con los recursos para hacerlo”.
El directivo de Capmil subrayó que si bien los trabajadores requieren de un aumento digno, no es posible asumirlo.
“Entendemos que el costo de la vida y de los alimentos están por encima del 100%”. Sin embargo, sería preciso preguntarse cómo podrían soportar las pequeñas y medianas empresas, para asumir el incremento de sueldos y salarios”.
Recordó que cuando se aplica un aumento de sueldo mínimo, es preciso mover las bases, por ser las empresas agremiadas en su cámara de dimensiones pequeñas y medianas, en su mayoría sin contratación colectiva y de sueldos con incidencia directa.
“Abogamos por el diálogo tripartito y pedimos al gobierno vea nuestras necesidades, y a los trabajadores que entiendan nuestra situación, además del deseo de que ellos estén bien”.
Por tanto, sostiene que el aumento de sueldo mínimo debería estar acompañado de una serie de estrategias que estimulen el aparato productivo, ya que las empresas deprimidas no están en la capacidad de aumentar los sueldos.
Teme que por la desestimulación del aparato productivo y medidas unilaterales, como el aumento de sueldo mínimo vía decreto presidencial, algunas empresas cierren y pasen del sector formal al informal, porque de alguna manera estas familias deben mantenerse trabajando.
