La libertad de expresión y la libertad de prensa son dos conceptos que aunque no son lo mismo, van de la mano. Es decir, uno no puede convivir sin el otro. Este 3 de mayo se celebra el Día Mundial de la Libertad de Prensa. Cabe preguntarse si en Venezuela se celebra o se conmemora este día.
Venezuela es junto a Cuba uno de los peores países para ese derecho. El 2014 fue el año en el cual la Libertad de Prensa cayó a sus niveles más bajo. Falta de papel y materia prima en general para la impresión de periódicos, represión y ataque contra periodistas, compra de medios por parte del estado causando una hegemonía comunicacional, autocensura, son los ingredientes para este caldo de cultivo que corroe una de las libertades fundamentales para la convivencia democrática de cualquier nación.
En el año 2013 el Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas, Ban Ki-Moon mencionó que la Libertad de Prensa era fundamento de la dignidad humana y la base fundamental de todas las libertades.
Venezuela es uno de los países latinoamericanos donde el acceso a la información oficial es casi nulo. Tal ejemplo de ello son las estadísticas oficiales en torno a la cantidad de muertos en hechos violentos que entran diariamente a las diferentes morgues de todo el país.
En una democracia, el periodismo tiene un rol fundamental: dar a la gente información que le ayude a ejercer su ciudadanía y participar en las decisiones de su gobierno.
En el año 2014 uno de los hechos que ha marcado significativamente la libertad de prensa es la compra de medios de comunicación por parte del estado, con la intención de hegemonizar las comunicaciones en el país. El 3 de julio de ese año los periodistas y trabajadores del diario El Universal, se enteraron de que lo que fue un rumor por varios meses se hizo realidad: la venta del diario. Al día siguiente Jesús Abreu Anselmi se presenta a los empleados y promete entre otras cosas: que la línea editorial se mantendrá, que la estabilidad laboral está garantizada y que la identidad de los nuevos propietarios se dará a conocer una vez que expiren unas cláusulas de confidencialidad previstas en los acuerdos de compra-venta.
Un mes después, unos 40 articulistas –todos críticos con el Gobierno– salieron de las páginas de opinión. ¿La razón? “El Universal cuenta con un código de ética que proscribe las ofensas personales, el descrédito, las falsas informaciones, las mentiras, el irrespeto y los juicios morales”, fue la explicación oficial que dio el diario.
El caso del decano de la prensa nacional, el diario EL IMPULSO, recorrió las primeras páginas de todo el mundo. El mejor amigo del café mañanero del barquisimetano, estuvo a punto de dejar de circular en más de 111 años por falta del producto principal para la vida de cualquier medio impreso: el papel.
La falta de divisas para la compra del papel fue el motivo principal para que en el año 2014 casi 400 empleados se quedaran sin sustento para sus familias. La falta de papel es un fantasma que ronda todos los días al diario EL IMPULSO, y es un fantasma que actualmente esta espantando al diario El Carabobeño, que hace unos días vivió su crisis más acentuada.
Lo que fue un compromiso que se dio por valedero, asumido por el presidente del Complejo Editorial Alfredo Maneiro, Hugo Cabezas, terminó no solo en una incumplida oferta de regularizar el otorgamiento de papel, sino en el anuncio de que esta empresa del Gobierno en definitiva no dispone de esta materia prima indispensable para la edición de un periódico.
La lista no termina allí. El diario El Siglo anunció la semana la disminución de circulación por falta de papel. Asimismo varios diarios dejaron de publicarse por la falta de insumos, entre ellos El Sol de Maturín, en el estado de Monagas; Antorcha, del estado de Anzoátegui; El Caribazo, La Hora y El Caribe, del estado de Nueva Esparta; y Los Llanos y El Espacio, en el estado de Barinas.
La libertad de prensa debe ser rescatada, por ser un derecho humano fundamental para la preservación de la democracia. Sin embargo esta no es una terea solo de los dueños de medios en Venezuela o los periodistas que hacen vida en esos medios, sino de todos los que habitan en el país, por el simple hecho de ser libres en pensamiento e ideas y además por el derecho a estar informados de todo lo que pasa en Venezuela, no solo del mensaje del gobierno a través de los cientos de canales de tv, periódicos, páginas web de los que ahora son dueños.
