Cuando el papa Francisco visite Estados Unidos en septiembre puede anticipar la misma adulación que lo recibe dondequiera que vaya. Pero sus posiciones en cuestiones candentes como la pena de muerte y el cambio climático podrían ser desencadenante de conflictos. Eso podría explicar por qué el pontífice ha despejado el panorama de otros posibles obstáculos a la visita.
En unas pocas semanas, Francisco puso fin abruptamente a la controversial investigación del Vaticano de las religiosas estadounidenses y aceleró la remoción de un obispo estadounidense que no reportó a un supuesto abusador sexual. De no haber sido resueltos, los dos asuntos habrían representado obstáculos a su histórica visita, que incluirá el primer mensaje papal al Congreso.
El sábado, Francisco también lidiará con otra controversia en torno a la prevista canonización de un misionero franciscano del siglo XVIII, fray Junípero Serra, acusado por los indígenas estadounidenses de atrocidades. El papa debe celebrar la misa en honor de Serra en el principal seminario estadounidense en Roma.
Mientras la popularidad del pontífice en Estados Unidos rivaliza con la de san Juan Pablo II, no carece de detractores. Los republicanos conservadores están furiosos por la posición papal sobre el calentamiento global y la inmigración y por su oposición vehemente a la pena de muerte.
He aquí un panorama sobre su visita:
Cambio climático
Francisco recibió los elogios del secretario general de las Naciones Unidas por su próxima encíclica sobre el ambiente ya que Ban Ki-Moon la proclamó como un elemento decisivo para las conversaciones sobre cambio climático en París a fin de año.
Ban fue el orador principal en una conferencia en el Vaticano que congregó a científicos ganadores del premio Nobel, asesores papales y líderes religiosos. Todos coincidieron en que el cambio climático es real, se debe principalmente a los seres humanos, afecta sobre todo a los pobres y es un problema que solo puede resolverse mediante una acción colectiva.
Pero muchos republicanos se han opuesto a los esfuerzos por reducir los combustibles fósiles y otros contaminantes que contribuyen al calentamiento global, y algunos niegan que se deba a la acción de los seres humanos. «Es la misma gente que defiende a la industria petrolera», observó monseñor Sánchez Sorondo, uno de los principales asesores del papa-
Pena de muerte
Francisco ha ido más allá de sus predecesores al decir que nada justifica la pena de muerte, que calificó de «inadmisible».
Agregó que la cadena perpetua es una «pena de muerte latente» y el confinamiento solitario «una forma de tortura», y abogó por la abolición de ambos.
Estados Unidos está en la lista de los principales diez países que siguen ejecutando condenados junto con China, Irán, Irak, Arabia Saudí, Somalia, Sudán y Corea del Norte.
Aunque la pena de muerte tiene muchos partidarios en Estados Unidos y es legal en más de 30 estados, aun algunos conservadores se están pronunciando en contra.
Religiosas
El Vaticano se quitó un problema de encima cuando puso fin a una controversial investigación de la principal agrupación de hermanas estadounidenses que había comenzado durante el papado de Benedicto XVI.
Este mes, la Santa Sede y la Conferencia de Religiosas anunciaron una tregua después que el Vaticano puso fin abruptamente a su investigación de dos años y las religiosas accedieron a garantizar que sus programas y publicaciones se basarán en la doctrina oficial de la iglesia. El grupo había sido investigado por promover supuestamente «temas feministas radicales».
Las religiosas estaban ofendidas por la interferencia y habían recibido muestras de apoyo de los católicos. Aun el cardenal Sean O’Malley, prominente asesor papal, admitió que la investigación había sido un «desastre» para las relaciones públicas.
Abuso sexual
Otro problema potencial que pudo haber empañado la visita papal tuvo que ver con el obispo Robert Finn, de Kansas City, Missouri, quien desempeñó su cargo durante casi tres años después de haber sido condenado por no denunciar a un supuesto abusador de menores.
El papa, que visitará un país en el que la Iglesia católica ha pagado más de 3.000 millones de dólares en acuerdos y gastos legales relacionados con el escándalo de abusos sexuales por parte de religiosos, aceptó el 22 de abril la renuncia de Finn tras una investigación del Vaticano.
Una ley incorporada al derecho canónico en noviembre pudo haber tenido que ver: la ley incluyó la novedad de que las altas autoridades eclesiásticas pueden reclamar la renuncia de un obispo en determinadas circunstancias.