Los inesperados apagones que se han experimentado últimamente en el estado Lara castigan principalmente a las familias.
En el caso de Iribarren, Josefina de Aldazoro, habitante de la comunidad El Caribe, parroquia Juan de Villegas, en el oeste, deploró que las repentinas suspensiones del servicio eléctrico se producen en su barriada justamente después de la seis de la tarde, cuando prepara la cena para su esposo que regresa a casa luego de trabajar.
El calvario para esta ciudadana comienza en ese momento y se incrementa durante las seis horas que dura la interrupción de energía.
Señaló que estos apagones constituyen un crimen porque al descongelarse la nevera se le dañan algunos lácteos y otros alimentos, como el tetero para sus dos hijos, uno de un año y otro de tres.
Por su parte, Belkis Ladino, habitante de Carorita, en la zona norte, recordó que hace cuatro años durante un apagón se le quemó el ventilador y ahora un microondas.
Lamentó que en esa oportunidad compró otro ventilador porque la economía en Venezuela se lo permitía, pero en estos momentos es muy difícil que adquiera el microondas, y aseguró que acudir a Corpoelec a reclamar el pago de su electrodoméstico es perder tiempo y pasar rabia.
Tanto Aldazoro como Ladino coincidieron en decir que los apagones nocturnos fomentan la inseguridad, activando a los delincuentes quienes sorprenden a los vecinos que regresan a sus barriadas por calles oscuras.En este sentido, aprovecharon para que pedirle al Gobierno que implemente patrullajes de noche de la Policía Nacional.
Ayer, en el este de Barquisimeto, a las siete de la noche se decretó el apagón que afecta a urbanizaciones como Santa Elena, El Pedregal, Club Hípico Las Trinitarias y avenidas principales.
