Hoy se conmemora en todo el mundo, el Día Internacional de la Danza, establecido por la Unesco en 1982, atendiendo a una iniciativa del Comité Internacional de la Danza, perteneciente al Instituto Internacional de Teatro (ITI/Unesco). Para celebrar la danza, se eligió el 29 de abril, por ser el natalicio de Jean-Georges Noverre, innovador y estudioso de este arte, maestro y creador del ballet moderno.
A propósito, la Plaza Los Ilustres de la avenida Vargas se colmará de diversos y coloridos géneros dancísticos para el deleite de los transeúntes y concurrentes. La actividad es una iniciativa de la Alcaldía de Iribarren a través del Instituto Municipal de Cultura y Arte (IMCA) y está a cargo de Ronothi Torres, director del IMCA. La cita es a partir de las 9:00 de la mañana.
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En la Escuela Básica Gualdrón (avenida Libertador), tendrá lugar un Encuentro Parroquial de Danzas Tradicionales Estudiantiles, desde las 8:00 de la mañana. Todo en el marco del Día Internacional de la Danza.
En el municipio Palavecino, la celebración se llevará a cabo en el Complejo Cultural Andrés Eloy Blanco, también conocido como Casa de la Cultura de Cabudare. Igualmente desde las 8:00 de la mañana.
En estos encuentro estudiantiles de danzas participarán los grupos estables de las diferentes instituciones educativas de los citados municipios.
La invitación la dirige la profesora Mirna Teresa Víes de Álvarez, a través de la División de Cultura de entes Públicos y privados del estado Lara.
Mensaje de la Unesco
El coreógrafo y bailaor español Israel Galván, Premio Nacional de Danza en 2005 y artista asociado al Théâtre de la Ville de París y al Mercat de les Flors de Barcelona, ha sido seleccionado por el Instituto Internacional de Teatro (ITI) como el autor del Mensaje Oficial del Día Internacional de la Danza 2015.
“Carmen Amaya, Valeska Gert, Suzushi Hanayagi, Michael Jackson…danza inclasificable. Yo no podría descifrar sus estilos de baile… los veo como turbinas generadoras de energía y esto me hace pensar en la importancia de la coreografía sobre esa misma energía del que baila. Seguramente lo importante no es la coreografía, sino precisamente esa energía, el torbellino que provoca”, expone Galván.
Con el tiempo me di cuenta que el baile curaba, me hacía efecto, casi medicinal, me ayudó a no ser tan introvertido y a abrirme a otras personas, reza el texto.
“El baile acaba convirtiéndose en una obsesión que consume mis horas y que hace que baile hasta cuando me quedo quieto, inmóvil, apartándome así de la realidad de las cosas”.
Veo a la gente moviéndose al andar por la calle, al pedir un taxi, al moverse con sus diferentes formas, estilos y deformidades. ¡Todos están bailando! Hay gente que todavía no lo sabe. Los que no bailan no tienen suerte, están muertos, ni sienten ni padecen.