El caos se hace compañero de calles y se vuelve vecino en esta ciudad. Cada vez es más frecuente apreciar carros y motocicletas en las aceras o en zonas de uso prohibido, pero nadie hace nada para controlarlo. La práctica parece habitual y los ciudadanos ya ven normal la obligación de bajar de las aceras y caminar por el asfalto dispuesto para la circulación de vehículos, aunque con esto pongan su vida en peligro. Se supone que cada ciudad crece conforme a una planificación, pero Barquisimeto pudiera estar perdiendo su norte. Se construyen edificaciones públicas y privadas sin estacionamiento para quienes allí harán vida y lo más sencillo es estacionarse donde el carro quepa, como si se tratara de la ley del más vivo.
Vale recordar que la Ordenanza para la Regulación y Control de los Bienes de Uso y Dominio Público para el Desarrollo Socio-Económico del municipio Iribarren, en su artículo 3, prohíbe la obstaculización de arterias viales y aceras, por ser espacios para la convivencia ciudadana.
¿Quién hace algo al respecto? Representantes de la AMTT dicen no contar con personal para el control del tránsito, pero el ciudadano se pregunta si acaso no fue fundado un cuerpo policial para el cumplimiento de estas normas.
Mientras nadie se preocupa, la ciudad cada vez se hace más inhóspita y se obliga al ciudadano a encerrarse en su hogar, único sitio al que realmente se aferra, porque Barquisimeto no le brinda espacios públicos de calidad.