Las demandas del presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, contra los directivos de Tal Cual, El Nacional y la Patilla podría ser el paso final para pasar de la política de hegemonía que ejerce el gobierno sobre los medios, al totalitarismo comunicacional cuyas consecuencias políticas tendrán repercusión nacional e internacional.
Todos los gobiernos totalitarios tienen entre sus objetivos fundamentales el control de la opinión pública y de todos los aspectos relacionados con la educación y la cultura de la sociedad, incluyendo el deporte, para lo cual se les convierte en imprescindible imponer un totalitarismo comunicacional. Fue lo que hicieron Stalin en la Unión Soviética y todos los regímenes comunistas en aquellos países cuyos gobiernos respondían a los lineamientos del dictador ruso de entonces, y lo que queda en Cuba y Corea Norte como los últimos vestigios del pensamiento único.
Y aunque el presidente de la Asamblea trate de justificar jurídicamente, con alguna decisión de algún tribunal de la República, el cierre de varios medios de comunicación social e incluso la prisión de sus directivos, tendrá claros efectos políticos sin descartar que los interesados apelen a otras instancias jurídicas en el país, lo cual les permitirá acudir a organismos internacionales en concordancia con acuerdos firmados por Venezuela y que son de obligatorio cumplimiento, salvo que el Gobierno del heredero del extinto presidente Chávez decida violarlos y retirarse de dichos organismos.
Si no hay una solución en los tribunales venezolanos el caso no se cerrará jurídica ni políticamente, porque como sucedió con la no renovación de la concesión a RCTV, el cierre de 33 emisoras de radio, no fueron una simple medida administrativa de Conatel, sino una resolución política con el evidente objetivo de lograr la hegemonía comunicacional para controlar la opinión de la sociedad venezolana y amedrentar a otros medios y a periodistas que no compartan las políticas gubernamentales. De allí que el enfrentamiento tenderá a agudizarse en los próximos días y meses, porque un importante sector de la sociedad se verá afectada, que incluye a chavistas y no chavistas, con el cierre de cerca del 80% de los medios radioeléctricos, quienes en sondeos de opinión anteriores, rechazan que el gobierno le ponga un cerrojo a centenares de emisores en todo el país, con cuya programación en general se sienten identificados.
Como muchas de las políticas del difunto Presidente de la República, seguidas por Nicolás Maduro, la confiscación, expropiación compra a través de testaferros, de varios medios de comunicación ha sido coreada por representantes de los demás Poderes Públicos, como una demostración de que el Ejecutivo tiene todo el poder necesario para ordenar que se haga lo que la voluntad de su jefe decide. Posiblemente Diosdado Cabello no consultó, porque no tiene a quién o por subestimación a sus colaboradores, y la medida tendrá un alto costo político al ser rechazada por un importante porcentaje de los chavistas, que no ven los medios públicos por mentirosos e insultantes. Lo que viene no es fácil de predecir, pero si surgen protestas y se mantienen en la calle y en los medios el costo le será mayor y la crisis política se agravará.
Y si a esto agregamos el posible cierre de otros importantes periódicos como El Impulso, El Carabobeño y El Correo del Caroní, por falta de papel controlado por el gobierno, la mayoría de la sociedad democrática debe consolidar su unidad para enfrentar el totalitarismo que el cabellomadurismo trata de imponer, y abrirle un rumbo de libertad y progreso al país.
Totalitarismo comunicacional
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