Las Ciencias Sociales no escapan a los cambios radicales que ocurren en las últimas décadas. El ámbito metodológico sufre los embates de la epistemología. Al lado del tradicional paradigma cuantitativo que tradicionalmente soportó la investigación, cobra vigencia la perspectiva cualitativa. Apuntalada por la Psicología Social, surge el construccionismo social. El leit motiv pasa a ser la manera cómo se generan los conceptos y sus usos, mediante las convenciones lingüísticas o culturales propios de un contexto histórico y social, que se constituye en el marco referencial para interpretar los significados que las personas atribuyen a la “realidad”. La temática incluye analizar el juego del poder y su incidencia en la generación de significados.
La aplicación del construccionismo social al campo político puede significar la manera como cada quien construye su propia realidad articulándola con el contexto mediante el lenguaje, con un sentido y direccionalidad, acordado con otros integrantes de la comunidad a la cual pertenece. De allí, la importante mirada crítica a la verdad “objetiva, veraz e imparcial” que promueven los actores políticos y el análisis de la pretendida “neutralidad” de los mismos.
El construccionismo político devela posturas distintas alrededor del hecho reciente representado por la Cumbre de las Américas. Que existan relatos noticiosos diferentes no es de extrañar. Ni aquí en el país ni en ningún otro de los integrantes de esa comunidad política que es la Organización de Estados Americanos. No es la misma percepción acerca del evento y las circunstancias que lo rodearon, la que existe en el seno de los republicanos y de los demócratas, para decir lo menos. Ni es similar la interpretación de los cubanos residenciados en Miami a la que construyen los que viven en La Habana.
De igual manera, el construccionismo político explicaría las versiones divergentes que se suscitan alrededor de un hecho también de resonancia latinoamericana: la muerte del escritor uruguayo Eduardo Galeano. Apreciamos posturas ideológicas que reconocen los méritos a su obra, cuya significación – evidentemente relativa – puede tenerla para una comunidad que compartió y comparte sus creencias alrededor de un lenguaje que se articula con la realidad y se plasma en “Las Venas Abiertas de América Latina”, en un contexto histórico en el cual el debate acerca de la Teoría de la Dependencia y del Subdesarrollo Latinoamericano nucleó a un número considerable de integrantes de la comunidad académica y científica de la región. Otras que ponderan, su visión crítica de la sociedad actual (Patas Arriba: La Escuela del Mundo al Revés). Hasta quienes lo consideran el verdadero forjador de El Verdadero Manual del Perfecto Idiota, de paso descalificando a los autores de las tesis acerca de la dominación colonial y neocolonial, con pretensiones de borrar la historia de un plumazo o esa interpretación que existe de ella.
El construccionismo social aboga por un diálogo transformativo que respeta las opiniones contrarias sobre la base de la libertad que tiene cada quien, individualmente y en colectivo, a pensar de manera distinta: una opción para elevar la calidad en la interpretación y la acción política.