Jurista ejemplar

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Tenía una deuda con el Dr. Argenis Román. Ya han pasado dos semanas de su fallecimiento y alguna palabra tenía que decir sobre tan singular personaje. No tuve oportunidad de referirme a él en mis notas de la semana pasada porque en Venezuela ocurren tantas cosas que va quedando poco espacio para asimilar lo que sucede. Una larga y fructífera vida la del Dr. Román, una larga carrera profesional llena de éxito y un merecido prestigio en la ciudad, ganado a pulso, casi en silencio porque fue un hombre sencillo que no hacía alarde de sus múltiples virtudes ciudadanas. Lo conocí siendo yo muy joven, apenas estudiaba bachillerato, pues él era amigo de mi padre. Lo vinculo a otros tres abogados larenses que mi memoria recuerda con admiración: Enio Anzola Giménez, Ricardo Hernández Álvarez y José Rafael Mendoza Mendoza.

Cuando se dan vidas como la del Dr. Román, hay obligación de darlas a conocer por el ejemplo que trasmiten. Los tiempos no son los mismos, pero las virtudes y las exigencias sí que lo son y es necesario que sus virtudes y su responsabilidad profesional nos interpelen para llegar a ser hombres justos. He dicho que fue un profesional exitoso, seguramente le fue muy bien económicamente, motivación hoy casi exclusiva del quehacer de los nóveles abogados, sin embargo, el valioso testimonio del Dr. Román está, como debe ser siempre, en su afán de servir y en su calidad humana y profesional. En él me cuadra perfectamente la definición clásica de una conducta justa, expuesta por el jurista romano Ulpiano, aplicable a toda persona y en especial a quien pretenda ser jurista: “Honeste vivere. Alterum non laedere. Suumcuiquetribuere.”Vivir honestamente. No dañar a otro. Dar a cada quien lo suyo. Así resumía Ulpiano al hombre justo, correcto, al ciudadano ejemplar. Y así fue el Dr. Argenis Román, un hombre de hablar pausado y sereno, pero de análisis jurídico agudo y certero. En su especialidad, Derecho Mercantil, era obligatorio consultarlo. Doy fe que varios juristas de Caracas lo llamaban para consultarle los asuntos más enrevesados, los cuales él respondía con absoluta diligencia y sabiduría. Cuatro veces presidente del Colegio de Abogados del estado Lara, profesor universitario y creador y moderador durante más de tres décadas de aquel utilísimo programa de radio denominado “El abogado y su comunidad”. Me contó en varias ocasiones que recibía de todo el país y del exterior, llamadas a la emisora desde donde trasmitía. Se sentía orgulloso de haber sido compañero en las aulas universitarias de un ex presidente de la República, Rafael Caldera, con quien cultivó una sincera amistad.Gracias Dr. Román por su testimonio de gran jurista y señor. Dios lo tenga en su Gloria.

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No puedo concluir estas notas, sin expresar mi solidaridad con el amigo ingeniero Luis Vásquez Corro, por la injusta y arbitraria detención a la cual fue sometido, sólo por expresar su opinión sobre la represa del Guri. Un gobierno que en vez de agradecer advertencias, atropella, es un gobierno desesperado.

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