Máquina de triples
Leonardo Cappare (Gigantes de Guayana) revalidó su corona como campeón de la competencia de triples, al lanzar con rapidez los 25 balones en menos de un minuto, en sus dos turnos y acumular 17 puntos en la ronda inicial y otros 19 en la final.
Lanzó de último en el arranque y dejó atrás a Marcus Melvin (11), Aaron Harper (8) y César García (13), a quien luego batió en la final, 19-10. No dejó de llamar la atención su cábala al final de cada estación de tiro, ya que en algunas ocasiones besaba el balón multicolor para buscar la suerte.
Guillent saca la casta
En una mezcla de juego callejero con gestos técnicos de vistoso nivel, Heissler Guillent (Guaros de Lara) hizo suya la competencia de uno contra uno, al someter en primera instancia al también piloto Gregory Vargas (Marinos de Anzoátegui) y superar luego, en el choque decisivo, al base R.L. Horton (Panteras de Miranda), 28-17. Horton había vencido antes a Carl Elliott.
Matos, rey de las alturas
Otro que repitió su título pero en la especialidad de las clavadas fue el alero Darwin Matos (Bucaneros de La Guaira), quien se guardó para la final un repertorio muy especial y con ello superó a Kelvin Caraballo (Cocodrilos de Caracas) y a Anthony Johnson (Toros de Aragua). Matos decidió saltar por encima de dos camarógrafos de televisión y completar una espectacular clavada a dos manos en una gran demostración de verticalidad y dominio de su centro de gravedad. Luego hizo que Heissler Guillent le hiciese un pase desde la tribuna para completar su segundo donqueo y terminó con una “picada” para hundir la bola a una mano, como si diese un martillazo.
Johnson quedó “picado”
Aunque los jueces Paco Diez, Lluis Pino, Luis Guil Torres , Ricard Casas y el homenajeado Víctor David Díaz ya habían decidido que el ganador era Darwin Matos en la competencia de clavadas, Anthony Johnson (Toros de Aragua) no estaba conforme con su actuación en la final y decidió regalar a los fanáticos otra clavada. El rebotero llamó a Carl Elliott (Cocodrilos de Caracas) para que le hiciese un pase flotado desde una de las esquinas del tabloncillo y le pidió a dos camarógrafos posarse cerca del aro para demostrar que podía “volar” al igual que Matos.