La Cumbre de las Américas no sólo trajo colapso vial en ciudad de Panamá cada vez que las caravanas de los presidentes y sus invitados iban o venían. El verdadero colapso debe haberse producido en los enchufes de las neuronas de los que llegaron a discursear, aplicando la consabida retórica sesentosa, que de tanto usarse y mal aplicarse, ya perdió su sentido inicial y de los que se bajaron de los aviones, dispuestos a caerse a piña con cuanto cubano disidente o venezolano opositor, pensara diferente.
Lo que no sabían los violentos del Parque Urracá es que hoy no tiene sentido hablar de “gusanera” por dos razones. La primera: los disidentes cubanos no terminan de ponerse de acuerdo y los más recalcitrantes anticastristas, se oponen al acercamiento entre La Habana y los EEUU coincidiendo, mira tú, con quienes 57 años después,aún manifiestan y enarbolan banderas propias de las difíciles relaciones del 62.
La segunda, que las conversaciones entre Cuba y los EEUU son amores viejos y que la Cumbre, fue el lugar para darse públicamente el apretón que vienen bailando juntos desde hace un año y del cual nuestro gobierno se enteró bastante tarde. “Encuentro histórico”, lo calificó Obama. “Usted no tiene la culpa”, le replicaría Raúl Castro, quien demostró innegables dotes de orador. ¡Dios mío!, dirían si vivieran, algunas de mis tías, quienes en el 61, creían que los adecos eran comunistas y en la crisis de los misiles, no les alcanzaban rosarios ni oraciones para rogar por la desaparición de los hermanos Castro.
Mientras Raúl sorprendía a propios y extraños al convertirse en tendencia mundial en Twitter, otros acontecimientos ocurrían en la Cumbre.Una fan de la Barra de Evo diría con el mejor candor a la TV, mientras aquel metía goles en Chorrillos, que su presidente “siempre gana en los encuentros deportivos”. Cristina seguiría jugando al antiimperialismo que tantos dividendos políticos ha dado en Latinoamérica, incluso a la derecha, con la cara dura de quien cree que los demás ignoran el origen de su inmensa fortuna. Correa daría su saludo a la bandera, representando un país con la economía dolarizada. Santos que no es tan santo y por ello sabe de la importancia de detener la guerrilla en Colombia, insistiría con los Presidentes en su pronunciamiento a favor de las negociaciones por la paz, asunto que las FARC,agradecerían al culminar la Cumbre. Doña Dilma acusada de proteger la corrupción en su país, anunció pronta visita a los EEUU.
¿Venezuela? Se queda más sola que la una. Los cubanos marcaron el juego en el cual quedará aislada, sin petrodólares ni adhesiones en un nuevo diseño de la estrategia política liderada por lo EEUU en la región. Maduro en lugar de explicar las razones de la enorme crisis estructural de nuestra economía, se dedicó a buscar culpables fuera y dentro del país, como si no fuese el gran protagonista de su fracaso y del vergonzoso lugar que ocupamos, un -3% del PIB, el más bajo de Latinoamérica, cifra que por sus múltiples lecturas, dará mucha tela que cortar para la Historia.Lo cual es una versión muy dolorosa por colectiva e injusta, de un apretón que cierra horizontes en lugar de abrirlos.