La reducida disponibilidad de divisas también afecta a las peluquerías y centros de belleza del país, empresas de servicio que si bien no laboran con productos alimenticios con altos índices de desabastecimiento, presentan problemas en la adquisición de repuestos para el arreglo de sus herramientas de trabajo y materia prima.
Así lo reconoció María Chirinos, peluquera de la ciudad, quien señaló que no sólo registran problemas para adquirir tintes, sino también decolorante, agua oxigenada, champú, acondicionador queratina, botox capilar, cera de depilación, entre otros.
A esto agregó que los productos habían registrado un considerable aumento en su costo a finales del año pasado, situación que aún no se detiene.
Subrayó que si bien no deben hacer largas colas para comprarlos, ya que no se trata de productos de primera necesidad, es preciso recorrer varias distribuidores a fin de garantizar un inventario que les permita atender a sus clientes de manera oportuna.
Señaló que en medio de la crisis es posible subsistir. Sin embargo, la adquisición de algunos productos se dificulta.
Con piezas de otros equipos
Un motor de secador que podía adquirirse en menos de Bs. 300, actualmente registra un valor superior de Bs. 2.000 en caso de encontrarse
Así lo comentó Chirinos, que de seis secadores para trabajo sólo cuenta con uno en funcionamiento, el cual también había dejado de trabajar, pero arregló con piezas de sus otros equipos.
A esto sumó que las tijeras especiales para corte de cabello no se encuentran en el país y se deben renovar constantemente por el filo de sus hojas. Solían comprarlas en el exterior con cupos electrónicos, pero actualmente ven esta opción como anulada.
Dejan de ser rubias
La escasez de tintes ha generado que las damas cambien de color de cabello, a fin de no presentar una pronunciada raíz de color oscuro, en caso de no encontrar el color que suelen aplicarse.
Por esta situación pasan quienes acuden a las peluquerías y se colocan el producto por cuenta propia debido a los costos, ya que aplicar tinte a un cabello corto, podría tener un valor de hasta Bs. 2.000.
Ambos grupos se ven afectados. Ya no adquieren el producto según marcas o colores, sino el que encuentren; las líneas reconocidas parecieran haber desparecido del mercado.