“¿En qué momento acechará la ola”, nos sigue diciendo el poema citado el otro viernes, de M. Dreyfus, con Satie al fondo de la memoria, en musical intento de exorcizar el miedo que ahora nos asalta a todos, ante cualquier gesto del Otro que nos evoque lucha, golpe, asalto, grito, secuestro, violación o muerte.
“¿En qué rincón de sombra te asaltará de nuevo…”Qué pasa a largo plazo en el imaginario de la gente cuando debe invertir horas que podrían ser dedicadas a la actividad productiva en interminables colas? ¿Qué resentimientos nacen durante la espera? ¿De qué tamaño son los cambios en hábitos y costumbres del venezolano que deja de trabajar, de compartir con la familia y amigos y regresa agotado. ¿Qué ocurre en la mentalidad de los aprovechan la ocasión para bachaquear, revender, cobrar por hacer la cola e intimidar a los que sí la hacen?
“Esta marea ciega de gritos, insultos, maldiciones?”¿ Qué hacer con la inflación que fuera tan ajena a nuestra economía y su impacto en la disminución del poder adquisitivo, el desabastecimiento que conduce a la pérdida de hábitos y responsabilidades familiares, del irrespeto a la tercera edad por ser sometida al escarnio público incluso cuando se invoca su condición? ¿Y la estabilidad emocional de quien de quien sufre problemas agudos de salud y sabe que ni en el hospital ni la clínica hay otra cosa, que no sea la buena disposición de médicos y enfermeras? ¿Los efectos síquicos en quienes padecen la escasez de medicinas para aliviar enfermedades que las requieren de manera permanente? ¿La de quienes trabajan o conviven con personas de opuestas ideologías en medio de una polarización que devasta cualidades de los venezolanos como la tolerancia, la bonhomía y solidaridad? ¿O de quienes siempre creímos en la Constitución y el respeto a las leyes, frente a la corrupción, violencia e impunidad?
“¿Pero qué hacer si esta pendiente/ en la que cada entrega…” Violencia externa que alza la voz en el discurso político, trastocándola lógica de la verdad y la mentira, e interna en quienes crecen aprendiendo a callar su opinión o a disfrazarla y los que propugnan o ejercen la delación, justificando dicha abyección como virtud. Pendiente que niega, criminaliza y odia al que piensa diferente. ¿Qué haremos con la angustia, indignación, insomnio, agresividad, inseguridad, la apatía y desesperanza que aísla y enferma?
“Minuciosamente se quiebra cada día”…La Red de Apoyo Psicológico, conformada por la RAP-UCV, la UCAB, la USB, la UNIMET, y la FPV, exigen al gobierno y a todos los líderes políticos, evitar “…utilizar un lenguaje de guerra, de confrontación constante, de deshumanización del adversario y criminalización de la protesta ciudadana. Exigimos que se eviten acusaciones y pronunciamientos que no se acompañen con las pruebas correspondientes, porque ello incrementa los temores y la zozobra de la población.” En fin, qué hacer con “Este temor clavado entre mi sueño/ o entre tu sueño que cada noche/ perturbo y luego velo/”, para que deje de ser ruido y se convierta en abrazo, risa, palabra suelta, mirada de amor y confianza entre todos y el país que decimos amar tanto.