Viagra y otros medicamentos relacionados no son la ‘panacea’ universal para la impotencia y la disfunción eréctil. Así concluyen dos investigaciones independientes que se publican en «European Urology» y en «International Journal of Impotence Research», que advierten, además de los efectos secundarios de algunos de estos medicamentos, de la insatisfacción que reportan algunos de sus usuarios.
El primero de los dos estudios, que ha revisado más de 150 ensayos, señala que si bien es cierto que Viagra (sildenafilo) es el tratamiento más eficaz para la disfunción eréctil, también tiene una mayor tasa de efectos secundarios que las otras opciones. Entre estos destacan los dolores de cabeza, indigestión y congestión nasal.
La revisión compara siete de los tratamientos más comunes para la disfunción eréctil, todos ellos pertenecientes a una clase de medicamentos llamados inhibidores de la fosfodiesterasa 5 (PDE5i de), que actúan mediante la inhibición de una enzima que puede reducir la potencia de una erección. Los medicamentos analizados fueron: Viagra, Cialis (tadalafilo), Levitra (vardenafilo) y Spedra (avanafilo), Zydena, Helleva (lodenafilo) y Mvix (mirodenafilo). En España únicamente hay cuatro aprobados: Viagra, Cialis, Levitra y Spedra.
Seguros y bien tolerados
La revisión realizada por investigadores de la Universidad de Zurich y elInstituto Federal de Tecnología de Suiza, y la Universidad de Maastricht(Países Bajos) ha analizado 82 estudios sobre la eficacia de los medicamentos y 72 sobre los efectos secundarios. Su primera conclusión es que los tratamientos son más efectivos que el placebo y que, en general, son seguros y bien tolerados.
Además, según los investigadores, una dosis de 50 o 100mg de Viagra parecía ser el tratamiento más efectivo, mientras que la dosis de 50mg de Spedra se asociaba con la menor tasa de efectos secundarios de todos los medicamentos. Según los expertos, los efectos secundarios más comunes de estos fármacos son una caída en la presión arterial, ya que son vasodilatadores, enrojecimiento facial, congestión, dolor de cabeza y malestar estomacal.
En declaraciones a Reuters, Alexander Pastuszak, del Colegio de Medicina Baylor de Houston (EE.UU.), señaló que si bien los hombres se quejan de los efectos secundarios, «lo hacen más a menudo de la falta de eficacia». Los fármacos, dijo, «no son para todos, ya que no necesariamente ayudan a un hombre con disfunción eréctil severa tanto como lo hacen con una persona con disfunción eréctil leve o moderada».
¿Cura definitiva?
El otro trabajo, realizado en la Universidad de Manchester (Reino Unido) sobre una muestra de más de 2.600 hombres ingleses de entre 50-87 años, se sugiere que la restauración que se produce con estos fármacos no es una «cura definitiva». Según el autor principal del estudio, David Lee, los pacientes de más edad con disfunción eréctil que habían usado Viagra, o medicamentos similares, como Cialis y Levitra, todavía expresan preocupación o insatisfacción con su vida sexual.
Lee considera que se están perdiendo oportunidades «para mejorar los resultados del tratamiento de la disfunción eréctil». Así, cree que los profesionales de la salud debería ofrecer un enfoque más completo de la gestión de la disfunción eréctil. Es decir, «un paciente bien informado con expectativas realistas, el apoyo de su pareja y una evaluación mejorada de los problemas psicológicos que pueden agravar los problemas y la insatisfacción sexual». Y, al igual que en el trabajo publicado en «European Urology», también se subraya que los médicos deben estar abiertos a discutir con los pacientes los posibles efectos secundarios sobre la función eréctil de los medicamentos.
Los datos del estudio proceden del Estudio Longitudinal Inglés sobre el Envejecimiento (ELSA). De los más de 2.600 varones analizados, el 7% afirmó haber usado estos medicamentos para mejorar sus erecciones en los últimos tres meses, mientras que el 21% reconoció que tenía disfunción eréctil sin tratar. Y aunque el 80% de los usuarios informó los fármacos habían tenido un efecto positivo en su vida sexual, en comparación con los hombres sin disfunción eréctil, reportarón mayor preocupación y descontento con los diversos aspectos de su actividad sexual.