El papa Francisco lavó los pies a seis presos y seis reclusas de una cárcel en Rebibbia, en el norte de Roma, con motivo del Jueves Santo.
Conforme a la tradición cristiana, Francisco representó el gesto de humildad que tuvo Cristo con sus apóstoles antes de ser arrestado, condenado a muerte y crucificado un viernes en Jerusalén.
A su llegada a cárcel, abrazó, estrechó las manos, bendijo los rosarios y realizó el símbolo de la cruz a cerca de 300 presos.
En la capilla de Rebibbia, ante 150 mujeres, incluyendo a varias madres presas con sus hijos,Jorge Bergoglio lanzó un mensaje que esperanza: “Jesús dio su vida por ti y por ti, por nosotros, por cada uno de nosotros con nombre y apellido”.
El pontífice recordó que en la época de Cristo lavar los pies era un trabajo reservado a los esclavos. “Jesús se hizo esclavo para servirnos, para sanarnos, para lavarnos”.
Las presas elegidas fueron dos nigerianas, una congolesa, una ecuatoriana y dos italianas, mientras que los presos seleccionados fueron cuatro italianos, un brasileño y un nigeriano. Una de las detenidas tenía a su hijo de dos años en su regazo mientras el Papa procedió al ritual de limpieza.
Antes de la ceremonia, Francisco explicó que cuando Jesús lava los pies, en realidad esta limpieza es una purificación.
“Yo también necesito ser lavado por el Señor. Recen para que él lave también las cosas sucias que hay en mí”, afirmó.