Entender la ineludible y obligante unidad, parte del análisis mesurado, concienzudo, desprejuiciado y por sobre todo humilde, de cada quien en función de los objetivos superiores del país. No es fácil deponer aspiraciones de tipo personal cuando de política se trata. Las vanidades emergen con fuerzas incontenibles atribuibles a fantasiosos espejismos derivados fundamentalmente de la coyuntura política actual. Los aspirantes asumen que los votos y el apoyo popular les pertenecen. Es impresionante observar la arrogancia de algunos que dan por descontado su aplastante triunfo, aunque se lancen solos. Sin partido, ni MUD, ni nada que se le parezca. Se creen sobrados y por encima de los mortales en esta lucha que resulta ingrata para muchos y muy beneficiosa para los pocos que logran colarse entre los afectos de los cogollos dominantes. Pareciera que no entienden que esto no es solo un asunto de dinero. Todo pasa por la confluencia de fuerzas partidistas y sociales que mancomunan esfuerzos y maquinarias electorales para llevarnos a cargos de representación popular para poder enfrentar con éxito a un régimen que abusa del poder a extremos impensables en función de confiscar libertades por la vía fraudulenta.
Entendemos la necesidad impostergable de refrescar y democratizar los viejos claustros partidistas. Son ellos, o mejor dicho, lo que queda de ellos, los que tienen la posibilidad y la experiencia para organizar medianamente los procesos comiciales y cubrir parcialmente los espacios de resguardo del voto, es decir, los centros de votación, en el entendido de que el 15% de ellos, en las últimas elecciones, no han sido cubiertos por falta de logística y organización. Es así, como tenemos actas de escrutinio que arrojan insólitos resultados de 200 a 0 a favor del partido de gobierno y su candidato de turno. Aunado a todo esto, tenemos un obsceno despliegue de movilización, amedrentamiento y control electoral desarrollado por los órganos del Estado y las propias fuerzas armadas.
Es, en este escenario totalmente cuesta arriba, en el cual debemos luchar los demócratas para obtener los votos suficientes para que la trampa no logre voltear los resultados. Es decir, la ventaja a nuestro favor debe ser lo suficientemente holgada para que a pesar del robo de votos y el ventajismo grotesco al cual nos tienen acostumbrados estos abusadores del poder, podamos asegurar la mayoría parlamentaria y comenzar el proceso de reinserción institucional del país.
La crisis no tiene espacios para tribunas transitorias derivadas de candidaturas simbólicas. Es tiempo de unidad para salvar el país…
Mis comentarios:
.- El país reclama unidad para poder derrotar la bastardía. Los candidatos paralelos le hacen un favor al régimen…
.- Los cogollos todavía poseen el control de las grandes decisiones políticas para repartirse los espacios…
.- Los cogollos partidistas se impondrán hasta que sus bases militantes lo permitan.
.- Aun así, debemos colocar el futuro de nuestros hijos y nietos por encima de nuestras pequeñas vanidades candidaturales…
.- Primero, lo primero. Vamos a unirnos, inclusive, entorno a candidatos del cogollo que no nos gustan. Para después exigir con la fuerza de la moral y la ética política, la renovación y democratización de todos partidos…
Vale más el buen nombre que grandes riquezas, y más que la plata y el oro, la buena estima…(Proverbios 22:1)