La entrada triunfal de Jesús de Nazaret a la ciudad de Jerusalén, en medio de una multitud que lo aclamaba como el Hijo de Dios, se rememoró en las distintas parroquias de la ciudad. Cánticos y plegarías de bendiciones en nombre del Señor fueron vitoreadas por los ciudadanos en el inicio de la conmemoración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo.
La parroquia Santa Rosa de Lima, desde muy temprano reportó una nutrida afluencia de fieles. A las 8:00 de la mañana inició la primera misa con la respectiva bendición de ramos dentro del templo, donde en un costado, se encontraba la Divina Pastora presenciando la adoración del pueblo fiel hacia su Hijo, anunciado como El Mesías y salvador del mundo.
Poco después, a las 10:00 de la mañana, la comunidad católica se trasladó hasta el arco del sector a fin de escenificar la entrada solemne a la ciudad santa. El párroco Rafael Chávez, presidió la liturgia que inició con la bendición de las palmas de olivo y ramos que portaba cada ciudadano para recibir la bendición como señal de paz.
Posteriormente, los asistentes, junto al sacerdote montando en un burro, emprendieron procesión hacia el templo de Santa Rosa. “Bendito es el que viene en el nombre del Señor” se escuchaba al unísono en la movilización impregnada de fe.
Al llegar a la iglesia, inició la segunda eucaristía solemne del Domingo de Ramos. Durante la homilía, el padre Chávez recordó la adoración de las personas hacia el Hijo de Dios, sobre todo niños, quienes en su inocente corazón recibieron al Mesías como su destino de vida.
“El Domingo de Ramos es el preludio del terrible desenlace en la Cruz. Para el mundo fue un acontecimiento trágico, pero para Dios fue victorioso, porque se había cumplido todo lo que estaba escrito. Lo que es un fracaso para el mundo, es un éxito para Dios. Las situaciones difíciles deben ser superadas con la fe para que no sea un fracaso en nuestra vida, sino una victoria para que su cumpla su voluntad”, reflexionó.
También, expresó que este día recuerda la obediencia de Jesús hasta el Calvario, donde experimentó el dolor en su máxima expresión para asumir el pecado el mundo. Reflexionó que ese sacrificio invita a evitar el pecado, la división y las ofensas.
“El hecho de no vernos como hermanos, el irrespeto a la vida, cercenar la libertad de quien disiente y desconocer los Derechos Humanos son muestras de irrespeto y ofensa a Dios. El país necesita salir de esas situaciones de pecado y vivir en comunión. El Señor nos invita a perdonar hoy también. Es un tiempo de perdón y penitencia”.
Adicionó, que esta Semana Santa debe ser una época personal y comunitaria de transformación. “La sociedad no se transforma si el hombre no se transforma. Si nosotros transformamos nuestro corazón a la luz del Evangelio, la sociedad cambiará, de lo contrario no”.