El Obelisco, principal ícono de Barquisimeto, inaugurado en 1952 para celebrar los 400 años de su fundación, continúa cerrado al público, pese a que, cuando fue decretada su construcción, incluida en la partida 104, capítulo VII de obras públicas, presupuesto de ingresos y gastos públicos del Estado, se estipuló que sería un mirador para que las personas pudieran, desde sus 75 metros de altura, disfrutar observando la ciudad de entonces.
La torre, levantada a base de concreto y acero, contó en sus primeros años con un ascensor
interno, así como escalinatas, y un reloj, con dos esferas, este y oeste, en su extremo superior, que permitía al viajero o residentes del oeste, saber la hora al cruzar por el sector donde, posteriormente, se construyó el parque del cual disfrutan hoy los ciudadanos.
Pero el objetivo de esa estructura no se está cumpliendo pues el ascensor no funciona desde hace tiempo, el reloj está detenido a las 9:50 hacia el este y 8:12 al oeste, a la espera de ser reparado, y su acceso está impedido por una puerta de metal con dos candados.
Todos los mandatarios regionales, tan pronto han asumido sus gestiones, prometen la recuperación
de ese monumento, principalmente del reloj, pero todo se queda en anuncios y, como ocurre actualmente, la ciudadanía sigue privada de disfrutar desde su altura la Barquisimeto de hoy.
