Aguas verdes y desagradables olores caracterizan las principales fuentes de la ciudad. El abandono de estas obras, que sirven de complemento a muchas plazas referenciales, es notorio.
En el fondo de estas estructuras se observan distintos desperdicios y hojas, así como tuberías en pésimas condiciones por la falta de mantenimiento y el paso del tiempo.
Durante un recorrido se logró constatar que la mayoría de estas fuentes no funcionan, no reciclan el agua y tampoco están iluminadas, como en algún momento lo estuvieron.
En la Plaza Los Leones, al este de Barquisimeto, se ubican dos víctimas de la desidia.
La realidad descubre que desde hace mucho tiempo las autoridades no llevan a cabo el correspondiente cuidado. El monte, la basura alrededor y pocas luminarias, también se suman al contexto.
El propósito de las fuentes ornamentales es embellecer el entorno, por lo que recuperar su valor es una deuda pendiente del gobierno municipal a través de Emica.
Las labores de mantenimiento y conservación deben ser permanentes. Unos veinte ornatos atesora Barquisimeto.
Como elemento arquitectónico suelen situarse en espacios urbanos con fines utilitarios, su propósito es prestar confort ambiental y ser objeto decorativo, por lo cual se disponen en plazas, avenidas, distribuidores y hasta centros comerciales.
Las pocas fuentes que tienen agua, expiden malos olores, su color es verde o grisáceo, a su alrededor se concentran numerosas cantidades de mosquitos, larvas y zancudos, además, de basura, hojas secas, moho y hasta tierra. De esta manera, las fuentes pierden su característica principal que es engalanar plazas y avenidas, para convertirse en perjudiciales focos de infección. Si bien, un adulto al percatarse de esta desagradable situación y no intentará introducir su mano en el agua, es muy probable que un niño sí lo haga, por tanto que las plazas son lugares recreativos a los que asisten constantemente numerosos niños y jóvenes.