Un trabajador descontento dispara en su lugar de trabajo. Un estudiante inicia un tiroteo en su escuela secundaria. Un piloto estrella un avión lleno de gente contra una montaña.
Puede que nunca haya una explicación convincente para actos de violencia tan devastadores, pero los expertos creen que algunos trastornos de personalidad, como el narcisismo extremo, pueden ser un factor para que la gente que quiere quitarse la vida mate a otras al mismo tiempo.
Pero mientras la fiscalía alemana buscaba qué pudo llevar al copiloto Andreas Lubitz a estrellar a propósito contra los Alpes franceses un avión de Germanwings con otras 149 personas a bordo, muchos expertos advierten contra especular un diagnóstico.
«No tenemos ninguna pista de qué pasaba por su mente», dijo el doctor Simon Wessely, del Instituto de Psiquiatría en el King’s College de Londres. «Incluso si tuviéramos todo su historial médico y le hubiéramos entrevistado, probablemente sería imposible explicar un acto tan inexplicable».
En la vivienda de Lubitz se encontraron unas notas médicas rotas, que según los fiscales alemanes sugieren que el piloto de 27 años padecía una enfermedad que ocultó a sus empleadores de la aerolínea. Documentos médicos señalan a una enfermedad existente no especificada, pero no se encontró ninguna nota de suicidio. Un hospital de Dusseldorf confirmó el viernes que habían atendido recientemente al joven, pero no aclaró por qué.
Los vecinos de Lubitz se quedaron impresionados por las acusaciones de que podría haber estrellado el avión a propósito, y dijeron que parecía entusiasmado con su empleo. Describieron a un hombre de excelente salud física, y los registros de varias carreras indican que participó en varias rutas de larga distancia. Germanwings dijo que había pasado todos los chequeos médicos necesarios.
Algunos expertos señalaron que es posible que la gente que comete actos de violencia tan espantosos pueda sufrir enfermedades mentales como narcisismo o psicosis.
En casos de asesinatos masivos, algunos responsables sufren trastornos de personalidad que los hacen extremadamente egocéntricos, explicó el doctor Raj Persaud, miembro del Colegio de Psiquiatras británico. Él y otros expertos hablaban en general y no tenían conocimiento personal del caso concreto de Lubitz.
«La gente siente que se les ha hecho algo tan terrible que este acto catastrófico está justificado como compensación», dijo. «Para ellos, parece el equilibrio correcto para igualar lo que ellos sufrieron».
Otros señalaron que evitar actos de violencia tan escalofriantes podría ser casi imposible si no hay signos obvios de advertencia o la persona logra ocultar sus síntomas.
«La gente se vuelve bastante hábil en enmascarar sus problemas porque es socialmente indeseable», indicó el doctor Paul Keedwell, psiquiatra especializado en desórdenes del estado de ánimo en la Universidad de Cardiff.
Sería imprudente asumir que Lubitz estrelló el avión en un acto agresivo, apuntó Keedwell.
«Es difícil de comprender, pero ¿y si sólo estaba tan totalmente absorto en poner fin a su vida que no tuvo ninguna contemplación con las otras personas en el avión?», dijo, comparándolo con las personas que se lanzan delante de trenes sin considerar el trauma que puedan causar al conductor o a otros pasajeros.
Algunos expertos explicaron que los asesinatos masivos tienen la intención de causar el mayor daño posible para atraer atención sobre el responsable.
«El sujeto obtiene fama haciendo algo que el mundo recordará, aunque sea un héroe negativo», dijo el doctor Roland Coutanceau, presidente de la Liga Francesa por la Salud Mental.
En ocasiones, apuntó, estos crímenes son obra de personas paranoicas molestas con su empleador o con la sociedad en general.
«Éste es un acto destructivo que les da cierta forma de inmortalidad», indicó Coutanceau. «Por tanto, la muerte forma parte de su guión».