Poco queda de esa galería a la vista de todos que desarrolló la Gobernación, bajo la premisa de Museo a Cielo Abierto, en la avenida Ribereña.
Este museo vial se inauguró el 11 de septiembre de 2011 en ocasión de los 459 años de Barquisimeto. La inversión superó los 5 millones de bolívares.
En la elaboración de Los Espejos del Turbio participaron los paisajistas larenses Armando Villalón, Héctor Rodríguez, Ramón Lizardi, Víctor Urdaneta y Sandra García.
A sólo cuatro años de su inauguración, la obra se encuentra totalmente deteriorada. A simple vista es posible concluir que la ubicación no favoreció la propuesta.
El muro de contención que sirvió como suerte de lienzo, simplemente se convirtió en el peor enemigo de la iniciativa, compuesta por unas 2.185 cerámicas y plasma, a lo largo de 1.600 metros de construcción.
A través de la técnica Inkjet se imprimieron las pinturas de los artistas sobre las cerámicas en forma de mosaicos. Tristemente, la lluvia, el calor y el barro, además de la falta de mantenimiento, acabaron con ese patrimonio urbano.
La humedad, producto de las serias filtraciones, impactó las cerámicas, por lo que muchas lozas se partieron y desprendieron.
Así como el Monumento al Sol Naciente de Carlos Cruz Diez, este mural se encuentra a la deriva, a la espera de su restauración. Esculturas, pinturas y murales erigidos para humanizar la ciudad, revelan el paso del tiempo y la innegable indiferencia de las autoridades.
El arte, que se extiende en el talud del borde sur, suponía el realce del Valle del Turbio. De ese propósito no queda nada.