Investigadores franceses abrieron el miércoles la deteriorada caja negra del avión alemán que se estrelló en los Alpes con 150 personas a bordo, y aislaron la escapada zona de montaña donde se registró el accidente.
La grabadora de voz de cabina, golpeada y abollada en la colisión, estaba siendo examinada por investigadores para obtener pistas de qué causó la caída del Airbus 320 de Germanwings el martes, luego de que los pilotos perdiesen el contacto por radio mientras sobrevolaban los Alpes franceses durante un vuelo rutinario entre Barcelona y Duesseldorf. El máximo responsable de seguridad alemán dijo el miércoles que no había indicios de sabotaje.
Varios helicópteros sobrevolaban desde el amanecer los escombros dispersos por la ladera, mientras los rescatistas ascendían hasta el remoto lugar entre la lluvia y la nieve recién caída. Estaba previsto que las afectadas familias y los mandatarios de Francia, España y Alemania llegaran al lugar a lo largo del día.
«La caja negra está dañada y hay que reconstituirla en las próximas horas para que sea utilizable», explicó el ministro francés del Interior, Bernard Cazeneuve, a la radio RTL.
Resulta clave descubrir lo que ocurrió en el minuto en el margen entre las 10:30 y las 10:31, indicó a su vez Ségolène Royal, ministra francesa responsable de Transportes. Los controladores aéreos perdieron en ese momento el contacto con el avión.
La grabadora de voz recoge el sonido de cuatro micrófonos dentro de la cabina y graba todas las conversaciones entre los pilotos, con los controladores y cualquier ruido que se oiga en la cabina. La agencia francesa que investiga los accidentes aéreos difundió imágenes de la carcasa naranja, abollada y marcada por el impacto.
El dispositivo que registra los datos de vuelo, que según indicó Cazeneuve no se ha recuperado aún, almacena datos de 25 horas acerca de posición y estado de casi todos los componentes importantes del avión.
La fuerza aérea gala dijo haber enviado a la zona un avión de combate Mirage cuando se perdió el contacto con radar con el vuelo, pero que llegó demasiado tarde para ayudar.
El ministro alemán del Interior, Thomas de Maiziere, dijo a la prensa en Berlín que «según la última información, no hay pruebas de que el accidente fuera provocado de forma deliberada por terceros». Tanto Royal como Cazeneuve hicieron hincapié en que parece improbable que el siniestro tenga alguna relación con el terrorismo.
El impacto contra la montaña dejó trozos de fuselaje «tan pequeños y brillantes que parecen parches de nieve en las montañas», dijo Pierre-Henry Brandet, portavoz del Ministerio del Interior, tras sobrevolar los restos.
Los expertos que recuperarán los datos de la caja negra se centrarán primero «en las voces humanas, las conversaciones», y después en el sonido de cabina, explicó a la cadena de radio Europe 1 el secretario de Transportes, Alain Vidalies. El gobierno tiene previsto hacer pública la información obtenida del dispositivo en cuanto pueda verificarse, añadió.
Deborah Hersman, presidenta y directora ejecutiva del Consejo de Seguridad Nacional y ex presidenta de la Junta Nacional de Seguridad de Transportes estadounidense, dijo que por lo general los grabadores de voz pueden descargarse en cuestión de horas.
La experta dijo al programa «Today» de NBC que esos datos ofrecerán pistas sobre «esos minutos y segundos críticos antes del choque».
«Tengo absoluta confianza en que los investigadores van a descubrir lo que ocurrió», dijo.
El director ejecutivo de Germanwings, Thomas Winkelmann, dijo que la empresa ya estaba en contacto con las familias de 123 víctimas y trataba de dar con los parientes de los 27 restantes. Entre las víctimas, señaló, había 72 ciudadanos alemanes, 35 españoles, dos australianos, dos argentinos, dos iraníes, dos venezolanos y dos estadounidenses. Varios estados tenían una única persona entre las víctimas: Gran Bretaña, Holanda, Colombia, México, Japón, Dinamarca, Bélgica e Israel habrían perdido cada uno a un ciudadano. Algunos podrían tener doble nacionalidad.
Entre los muertos había dos bebés, dos cantantes de ópera, una madre australiana que iba de vacaciones con su hijo adulto y 16 estudiantes alemanes de secundaria que volvían con sus profesores de un viaje de intercambio académico en España.
«Nada volverá a ser igual en nuestra escuela nunca más», dijo Ulrich Wessel, director del instituto Joseph Koenig de la localidad alemana de Haltern.
En Seyne-les-Alpes, los residentes se ofrecieron a acoger a las familias de los afectados por la escasez de alojamiento en la zona, dijo el alcalde de la localidad, Francis Hermitte.
El Airbus A320, operado por Germanwings, una filial de la aerolínea alemana Lufthansa, había despegado el martes de Barcelona con destino a Dusseldorf. La nave sufrió un inesperado descenso de ocho minutos cuando quedaba menos de una hora de su ruta. Los pilotos no enviaron una señal de auxilio y habían perdido contacto de radio con su centro de control, según las autoridades de aviación francesas.
El consejero delegado de Lufthansa, Carsten Spohr, que también es piloto, dijo que consideraba que el accidente de un jet comandado por dos pilotos con experiencia era «inexplicable».
En España, las banderas ondearon a media asta en edificios gubernamentales y se guardó un minuto de silencio instituciones de todo el país. El parlamento canceló su sesión ordinaria del miércoles.
Por su parte, el Liceu de Barcelona guardó dos minutos de silencio a mediodía en memoria de dos cantantes de ópera alemanes — Oleg Bryjak y Maria Radner — que viajaban en el avión y habían actuado en el teatro de ópera el pasado fin de semana.
En una espeluznante coincidencia, un vuelo de Air France que cubría la ruta entre París y Saigón se estrelló a solo unos kilómetros de distancia en 1953, matando a las 42 personas que iban a bordo.