En la actualidad, quizás no cause asombro escuchar entre la gente expresiones como “el pueblo se cansó, se rindió”, “muchos se quejan pero nadie hace nada” o “estamos sumisos ante la situación”.
Estos comentarios posiblemente surgen, porque a pesar de la crítica situación que atraviesa el país, en lo que va del año 2015 no se han efectuado grandes manifestaciones y protestas pacíficas como en 2014.
En este sentido, es importante aclarar que no es lo mismo hablar de temor que sumisión.
“El pueblo venezolano lo que siente en estos momentos es precisamente miedo, terror, producto de la brutal represión aplicada en los últimos meses por los organismos de seguridad del Estado y por colectivos armados. Por lo cual, no se trata de un estado de sumisión de la población”, así lo expresó el sociólogo Nelson Fréitez.
Frustración y malestar colectivo
Los hechos de violencia ocurridos el año pasado pueden ayudar a comprender por qué la gente no ha salido a protestar. Según Fréitez, el Programa Venezolano de Educación Acción en Derechos Humanos (Provea) ha contabilizado un total de 7.000 personas con medida de presentación por haber participado en protestas públicas de calle.
Por ello, no podemos asumir que aquella persona que no protesta es porque se resigna o sea indiferente ante la situación, mucho menos porque sea una persona sumisa.
Hay cosas que no se pueden ocultar, como la frustración y el malestar colectivo, los cuales se observan diariamente en las personas que se encuentran en las colas para comprar diversos artículos, allí la gente aprovecha para expresar públicamente su descontento por la crisis económica, política y social, entre otros problemas.
Para el entrevistado, cada cola representa una protesta y no trasciende más allá porque la población sabe que sería reprimida y además conocen la magnitud de la represión en Venezuela. No obstante, aseguró que dentro de los establecimientos comerciales es donde se generan los conflictos.
Las personas reclaman por el desorden, por los abusos, por el tiempo de espera o en el peor de los casos porque los productos no alcanzaron para todos. “Ese es el día a día de muchos venezolanos”.
Tensión acumulada
A juicio de Fréitez, la frase “La procesión va por dentro” está muy acorde a lo que viven los ciudadanos actualmente en este país.
Lo preocupante de ello, es que se puede dar el caso de que las tensiones, inconformidades y frustraciones se acumulen como gases volcánicos, propiciando el riesgo de que en cualquier momento puedan explotar y la situación se torne incontrolable.
“Este hecho puede generarse en toda la población sin distinción alguna, porque no solamente el sector opositor se ve afectado por la inflación, la inseguridad, la violencia, la escasez y el desabastecimiento.
Quienes son afectos al Gobierno también sufren con toda esta circunstancia, aunque existan personas que insisten en desmentirlo. Particularmente, no creo que el venezolano pueda resistir esta crisis por mucho tiempo”.
Un firme objetivo
El sociólogo consideró que el Gobierno Nacional en vez de contrarrestar los problemas que afectan al país, se ha dedicado a atribuir la responsabilidad de la escasez y el desabastecimiento a la “guerra económica emprendida por la derecha opositora”, con el único objetivo de desviar la atención de la población. Al mismo tiempo que promueve la represión.
“Aunque algunos pretendan generar caos y desestabilización, la gente está optando por una prudencia estratégica mas no a la sumisión.
La población ahora lo piensa dos veces antes de ser carnada de cañón, por temor a resultar herido o a ser encarcelado por ejercer su derecho a la libertad de expresión. Esa la actitud más sensata y lógica en estos momentos”.
La sobrevivencia
Según la apreciación del psicólogo Henri Bravo, si se tiene un Gobierno que por años ejerce el control absoluto de todas las entidades como es el ejemplo de Cuba, la gente termina acostumbrándose a esa situación.
“Cosa que no pasará con los venezolanos, porque no somos capaces de aguantar tanto y mucho menos cuando está en riesgo la salud, por ejemplo, porque no se consiguen medicamentos o peor aún, porque no se encuentran los principales alimentos”.
Consideró que “por ahora”, la gente no ha entrado en una crisis emocional aguda porque todavía se consiguen “algunos” artículos de primera necesidad en contados establecimientos o porque puede resolver comprándole a algún ‘bachaquero’.
No obstante, Bravo recalcó que si el escenario empeora y el venezolano no encuentra absolutamente nada para satisfacer sus necesidades básicas, podría ocurrir un estallido social.
“El no tener lo requerido para sobrevivir se convertiría en el detonante, no para generar marchas o protestas porque existe el temor de morir en ellas, sino para dar pie a que se incrementen los saqueos, los robos y atracos”.
La crisis, una posible estrategia
El politólogo, Germán Aponte, al igual que Nelson Fréitez, comentó que la población no está sumisa ante la crisis, porque se encuentra “sumamente ocupada” tratando de satisfacer sus necesidades básicas, por lo cual, insistió en que la gente no tiene tiempo para protestar cuando hay problemas más graves que resolver, uno de ellos, la escasez de alimentos.
En este sentido, manifestó que todo este escenario que se genera alrededor de la crisis podría tratarse de la misma estrategia utilizada por Chile y Cuba en los años 70.
“Cuando el régimen no tiene el control ciudadano genera condiciones que lo propicien, sin tomar en consideración que ello puede traer consigo caos, anarquía y desorden en la población. Para el Gobierno es beneficioso que la gente se mantenga haciendo colas, de esa manera ejerce el control”.