La pérdida de la capacidad adquisitiva de la moneda venezolana, depreciada por las sucesivas devaluaciones y la espiral inflacionaria, ha llevado a algunos economistas y estudiosos del problema, a plantear la posibilidad de considerar la dolarización de la economía como una alternativa ante la crisis.
Argumentan algunos que, de hecho, en Venezuela la economía responde a los vaivenes de la cotización del dólar, como una especie de marcador que mide el pulso de la actividad económica. Comencemos por decir que este planteamiento no es nuevo. El fenómeno ha sido tratado y aplicado en otros países, precisamente, para enfrentar situaciones caracterizadas por alta inflación y prolongados desequilibrios macroeconómicos, que han llevado a la adopción de una moneda extranjera como instrumento de pago.
Quizás el caso más recordado en los últimos años sea el de la República de Zimbabwe (2009),
donde se batieron todos los récords contemporáneos en materia inflacionaria.
En América Latina los casos más recientes de dolarización han sido Ecuador (2000) y El Salvador (2001). Panamá tiene una dolarización que data de 1904, con una relación política, económica e histórica muy
estrecha con EEUU. Países como Argentina y Brasil en los años ‘90 intentaron establecer paridades de uno a uno entre sus monedas y el dólar, y durante el gobierno de Carlos Menem (1991), Argentina utilizó un sistema de convertibilidad o caja de conversión. Otros países del continente, donde resaltan los de
Centroamérica y el Caribe, han adoptado el uso de divisas extranjeras para transacciones de diferente índole (pagos, remesas, transferencias…) o, simplemente, como uso alternativo a su moneda nacional.
¿Qué es la dolarización?
La dolarización consiste en una opción cambiaria que sustituye el uso del patrón monetario nacional (la moneda nacional) por un patrón monetario extranjero (en este caso el dólar norteamericano, pero también pudiera ser el euro). Este fenómeno puede ser parcial o total.
En la dolarización parcial se afecta la función de reserva de valor de la moneda nacional. En contextos de alta inflación, los activos nominados en dólares permiten un rendimiento real más elevado que los nominados en moneda nacional; por ello sirven como refugio de valor. En la dolarización total se termina sustituyendo el uso de la moneda nacional, y se adopta como medio de pago y unidad de cuenta una moneda extranjera estable.
Se instrumenta esta medida, generalmente, como conclusión de un proceso caracterizado por el uso, durante un período prolongado, de divisas extranjeras en las transacciones corrientes. Se trata de proteger los salarios, el poder de compra y el ahorro, de inflaciones muy elevadas.
Puesto que no es ajena a complejidades técnicas e institucionales, que distan bastante de la simple descripción efectuada, su eventual adopción depende del contexto y de los parámetros a considerar. Sin embargo, a los efectos de este trabajo, consideremos en términos generales, algunos de los aspectos positivos y negativos que esta medida pudiera generar:
Aspectos positivos:
1. Suprime el riesgo de cambio, porque ya no hay moneda nacional. Permitiría evitar las crisis cambiarias.
2. Elimina la posibilidad de devaluación de la moneda, práctica usualmente manipulada por gobiernos con pronunciados déficits fiscales.
3. Permite sanear el sistema financiero. Ya el gobierno no puede seguir emitiendo dinero
“inorgánico”, sin respaldo.
4. La población se beneficia del uso de una moneda con poder de compra estable. Este es un factor muy ponderado en los argumentos a favor de esta medida.
5. Permite recuperar el ahorro y los salarios.
6. Reduciría notablemente los índices inflacionarios, ya que se aproximaría a la tasa de inflación del país emisor.
7. Facilita una mayor integración con la economía global, permitiendo, además, la
captación de inversiones.
Aspectos negativos:
1. El país pierde el derecho de “señoreaje”. Estos son los ingresos que obtienen las autoridades monetarias de su potestad monopólica de emitir dinero (monedas y billetes).
2. Si la dolarización es total, se pierde la soberanía monetaria y una política de cambios autónoma. En este caso se dependería de la dinámica generada por la Reserva Federal de EEUU.
3. Toda la deuda pública y privada se registra en dólares. Debe establecerse una tasa
de conversión en dólares de esa deuda.
4. Puede incrementarse la intermediación financiera, así como los riesgos de liquidez y solvencia. Este aspecto debe ser bien evaluado y gestionado por las instituciones financieras.
Como se puede inferir, es un fenómeno que está condicionado por diferentes factores.
Los argumentos en favor y/o en contra deberían ser considerados para la instrumentación de las políticas monetarias y fiscales.
Las experiencias acumuladas por aquellos países que han puesto en práctica esta medida,
pudieran servir como importantes referencias.
Sin embargo, en países con inestabilidades macroeconómicas importantes, como el caso venezolano, seguramente no bastaría con la evaluación de costo-beneficio o con los análisis sobre su viabilidad técnica.
Serían los factores institucionales los que, en gran medida, determinarán la factibilidad de recurrir a la dolarización.