La sacarina, además de mantener nuestra línea, puede tener un efecto oculto. Según una nueva investigación presentada en la Reunión y Exposición Nacional de la Sociedad Americana de Química (ACS), este sustituto del azúcar populares potencialmente podría servir para el desarrollo de fármacos capaces de combatir los cánceres más agresivos y difíciles de tratar con menos efectos secundarios.
En concreto, el trabajo ha examinado cómo la sacarina se une y desactiva anhidrasa carbónica IX, una proteína que se encuentra en algunos tipos de cáncer muy agresivo. Es uno de los muchos factores que inducen al crecimiento y propagación de estos tipos de cáncer en la mama, pulmón, hígado, riñón, páncreas y cerebro.
La anhidrasa carbónica IX, explican los investigadores de la Universidad de Florida (EE.UU.), ayuda a regular el pH en y alrededor de las células cancerosas, lo que permite que los tumores crezcan y se mestaticen a otras zonas del cuerpo. Debido a este hallazgo, los investigadores quieren desarrollar fármacos basados en la sacarina que podrían desacelerar el crecimiento de estos cánceres y potencialmente hacerlos menos resistente a la quimioterapia o la radioterapia.
«Nunca deja de sorprenderme cómo una molécula simple, como la sacarina -algo que muchas personas ponen en su café todos los días- puede tener usos sin explotar», dijo Robert McKenna, autor del trabajo. «Este resultado abre la posibilidad de desarrollar un medicamento contra el cáncer a partir de un condimento común que podría tener un impacto duradero en el tratamiento de varios tipos de cáncer».
Efectos adversos
A excepción de en el tracto gastrointestinal, la anhidrasa carbónica IX normalmente no se encuentra en las células humanas sanas. Según McKenna, esto hace que sea un objetivo prioritario para los medicamentos contra el cáncer ya que podrían causar mínimos efectos secundarios en los tejidos sanos que rodean al tumor.
La anhidrasa carbónica IX es similar a otras proteínas de la anhidrasa carbónica que nuestro cuerpo necesita para funcionar correctamente. Hasta ahora, la búsqueda de una sustancia que bloquea la anhidrasa carbónica IX sin afectar a los otras proteínas ha sido difícil de alcanzar. Y ahí es donde la sacarina –irónicamente considerada un posible carcinógeno, cumple su función.
En ensayos anteriores, los científicos de un grupo liderado por Claudiu T. Supuran, de la Universidad de Florencia (Italia), descubrieron que la sacarina inhibe la acción de la anhidrasa carbónica IX, pero no a las otras 14 proteínas de la anhidrasa carbónica que son vitales para nuestra supervivencia.
Sobre este hallazgo, el equipo dirigido por Sally-Ann Poulsen, de la Universidad de Griffith (Australia) creó un compuesto en el que una molécula de glucosa se une químicamente a la sacarina. Este pequeño cambio tuvo grandes efectos: no sólo reducía la cantidad de sacarina necesaria para inhibir la anhidrasa carbónica IX, sino que el compuesto creado tenía 1000 veces más probabilidades de unirse a la enzima de la sacarina.
Cristalografía
Utilizando cristalografía de rayos X, el equipo de McKenna ha dado un paso más lejos al determinar la forma en la que se une la sacarina a la anhidrasa carbónica IX, y cómo la sacarina u otros compuestos a base de sacarina pueden ser modulados para mejorar esta unión y reforzar así su potencial tratamiento contra el cáncer.
El equipo de McKenna está actualmente probando los efectos de los compuestos de sacarina en células de cáncer de mama y de hígado. Si tiene éxito, estos experimentos podrían conducir a estudios con animales.