De los 39 asesinatos que se han registrado durante este mes en el estado Lara, 25 han sido los fines de semana, lo que se traduce en el 63 %. En el primero se cometieron tres, el segundo nueve y el tercero 12, lo que denota, además, un incremento entre cada uno.
Entre enero y febrero se contabilizaron 140 homicidios, 70 cada mes. A pesar de la disminución este mes, hasta la fecha, tal como lo han reflejado las autoridades de seguridad en la región, la población se siente preocupada por tal situación.
Carmen Alvarado, una mujer con tres hijos con edades de 26, 25 y 21 años, dice aterrarse ante la situación de inseguridad que vive hoy en día, pues incluso, en una oportunidad a uno de los suyos, intentaron robarle el vehículo.
“Entro en pánico cada vez que existe la posibilidad que salgan un fin de semana, debido a la inseguridad. No sabemos qué les puede pasar, si a eso se le suma que residimos en Cabudare y que la avenida Intercomunal no tiene una luz, si se espicha un caucho eres una persona muerta”.
Opinión similar es la que expresa Edgmili Terán, de 30 años, quien tiempo atrás acostumbraba a salir con frecuencia los fines de semana a algún lugar nocturno para distraerse. Hoy, la situación no es la misma: debido a la inseguridad pero también al alto costo de la vida.
“No rumbeo como antes, porque la calle está muy peligrosa. Prefiero preparar unos cocteles, comprar algo para picar y quedarme en casa. En la mayoría de los sitios te permiten que pases con armas y en cualquier parte puede pasar algo. La impunidad reina y no me siento segura en ningún lado”, enfatiza.
Con 33 años de edad, cuenta Jesús Guzmán, un hombre trabajador y aunque antes no salía constantemente, sí lo hacía por lo menos una vez al mes. “Ya ni eso porque siento que es una manera de malgastar el poco dinero que se gana en los trabajos, además temo por mi vida. Es una paranoia del mismo entorno, se escucha que lanzan piedras en las avenidas, que una operación comando te va a agarrar. Hay peleas y tiroteos en las discos porque todo el mundo anda armado”, comenta.
En la actualidad en las discos también ha disminuido la cantidad de clientes. Uno de los comerciantes, quien prefirió resguardarse en el anonimato, asevera que en su local tratan de que las personas se sientan lo más segura posible. “Tenemos a diario, como mínimo, 20 personas dedicadas a la seguridad y se distribuyen desde la calle hasta los baños”.
Cada cierto tiempo, el personal hace un recorrido por el lugar a fin de evitar robos o consumo de sustancias sicotrópicas y estupefacientes, “de ver a alguien en un movimiento raro se le vuelve a hacer la revisión o se le informa que deben desalojar”.
Ellos cuentan con diversos sistemas de seguridad en la entrada, además de la revisión corporal que se les hace.
Lucía Chacón, de 23 años, y quien recibió su título profesional, días atrás, dice que no pudo salir a celebrar, “porque la inseguridad es extrema. Me da miedo a que se forme un tiroteo, a que me maten o me roben algo material. En algunos locales de distracción, muchas veces prevalece la amistad y le permiten el acceso con algún tipo de armas. Prefiero estar en casa con mis amigos”.
