En una de las nuevas ocupaciones de Palavecino, solo se respira miseria y necesidades.
Como “La Fe” la han bautizado sus veinte familias, quienes desde hace dos años ingresaron al predio baldío y no abandonan la esperanza de tener una casa digna.
Todas las viviendas son muy precarias. Algunas tienen como sistema de cloacas un pozo séptico; otras simplemente descargan las aguas servidas a un buco cercano, porque no tienen el dinero para fabricar un pozo.
La electricidad es “tomada prestada” de un poste cercano y conducida a través del alambrado de púas, toda vez Corpoelec no tiene disposición de instalar el servicio hasta tanto se oficialice el estado legal del terreno.
El agua potable es otro lamento de los habitantes, pues, solo algunas familias tienen acceso a tuberías, el resto ha improvisado tomas a través de mangueras.
Hay “piezas” con baño incluido, pero la misma precariedad y el estado sanitario han obligado a armar cuatro tapas para hacer las veces de una ducha, agua que luego corre libremente surcando el solar.
No hay un proyecto
Los habitantes de La Fe, un tanto recelosos, contaron que ingresaron al lugar hace un poco menos de dos años.
Desde entonces, “nadie se ha acercado a saber cómo o en qué situación vivimos”.
No tenemos un proyecto de vivienda -aclararon-, pero confiamos que las autoridades nos ayudarán a alcanzar nuestro sueño de vivir en una casa digna.
La alcaldía de Palavecino, por medio de Sindicatura Municipal, conocen del caso y además tienen un censo pormenorizado. El Instituto Nacional de Tierras Urbanas, INTU, también.
“Falta entonces que la Gran Misión Vivienda comience las averiguaciones sobre el predio para que nos incluya en el plan de construcción, porque este terreno siempre ha estado repleto de monte y no aparece el supuesto propietario”, puntualizaron.
Mientras todo esto ocurre, los niños, no menos de 15, juegan desprevenidos en medio de carencias.