Cientos de miles de irlandeses ataviados de verde, el color nacional, festejaron el martes en las calles de Dublín la fiesta de San Patricio al tiempo que su primer ministro combatía los estereotipos.
Tony Abott, el jefe de gobierno australiano, deseó a los irlandes una buena fiesta del patrón nacional, animando a tomar una cerveza Guinness «o dos, o quizás tres», algo que su par irlandés Enda Kenny tomó como una burla sobre la supuesta afición a la bebida de su gente.
«Oí los comentarios del primer ministro. Los hizo. No estoy de acuerdo», dijo Kenny.
Pese a ello, las calles de Dublín se llenaron de gente bebiendo y cantando durante el desfile anual del santo patrón del país católico, el evangelizador de Irlanda.
La marcha se repite en todas las ciudades del país y en aquellos lugares donde la inmigración irlandesa fue numerosa, como Nueva York, donde por primera vez una asociación gay participó en el desfile que recorre la Quinta Avenida.
Más de 150 lugares emblemáticos de todo el mundo se iluminaránn de verde en homenaje a la fiesta nacional irlandesa, como las cataratas del Niágara (noreste de Estados Unidos), el Empire State Building de Nueva York o el Coliseo de Roma.
La fiesta tiene además un fuerte impacto económico, porque unos 120.000 turistas llegan a Irlanda en la semana de los festejos.
«Aporta unos 140 millones de euros ($148 millones) a nuestra economía», dijo el ministro de Turismo, Paschal Donohoe.