La pequeña historia diplomática entre Venezuela y Estados Unidos

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Venezuela, hasta 1998, estuvo alineada con la política exterior norteamericana para América Latina y la relación entre ambos gobiernos fue enteramente fluida. Privaba para ello fundamentalmente, un fuerte intercambio económico que otorgaba a los EEUU el status de “primer socio comercial” del país.

Indudablemente, el tema petrolero era central. La mayoría de nuestras exportaciones de hidrocarburos se dirigían hasta allí. A partir de la llegada a Miraflores de la revolución bolivariana comenzó inmediatamente un cambio de óptica entre ambas naciones, a partir de los nuevos signos ideológicos que privilegiaron una apertura de relaciones más profundas con otros actores de la dinámica geopolítica mundial.

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El rechazo de la ayuda estadounidense en medio de la tragedia de Vargas fue un evento que comenzó a marcar el distanciamiento.

China, Rusia, Cuba, entre otros, se convirtieron en aliados estratégicos en la nueva política exterior venezolana que buscaba en medio del concepto de la multipolaridad, ampliar los horizontes en sus relaciones continentales y extra-continentales.

 

El impacto de la geopolítica mundial

 

Ese esquema de promoción de la multipolaridad en el campo de las relaciones internacionales, determinó una línea de acción del gobierno bolivariano, primero con Hugo Chávez y luego con Nicolás Maduro,
de acercarse “estratégicamente” a la federación rusa y a China.

No sólo en lo temas diplomáticos sino en materia de economía. Con los rusos se fortaleció
la relación al abrir una línea de financiamiento que permitía a Venezuela adquirir armamento destinado a la fuerza armada y un alineamiento paulatino en materia de intereses en el escenario internacional.

Es decir, la política exterior del país latinoamericano se “hermanó” con los criterios de geopolítica mundial desarrollados por Rusia en foros globales como la ONU. Con los chinos, se apuntaló en relación a la economía, convirtiéndose con el paso de los años, en el primer socio comercial de la emergente potencia asiática en América Latina.

Hoy por hoy, esos lazos están más que consolidados en materia de exportaciones petroleras y deuda pública. Ese distanciamiento con los Estados Unidos y en paralelo, acercamiento estratégico con Rusia y China, ha tenido un impacto en la dinámica geopolítica mundial y regional. Primero como voto aliado en los diversos foros internacionales y luego por la dimensión económica que ha modificado el orden de
las alianzas comerciales del país. No cabe duda ahora, que con las características de la política exterior venezolana, somos una pieza del ajedrez geopolítico mundial. Sólo tendríamos que evaluar las consecuencias económicas y políticas que han significado y significarán para Venezuela haber apostado
a este cambio de visión geopolítica. En la dinámica regional no ha sido diferente.

Venezuela ha promovido nuevos foros de discusión hemisférica como la Celac y Unasur, siempre, con la firme idea de debilitar la influencia geopolítica y comercial de los Estados Unidos en la región. Todo ello, naturalmente, ha generado consecuencias que en la actualidad estamos presenciando prácticamente, en vivo y en directo.

 

Lo político en esta historia

 

Las medidas ejecutivas adoptadas por el presidente de los Estados Unidos Barack Obama el 9 de marzo, no son el eje central de esta historia. Es más bien, un episodio adicional a la dinámica geopolítica y estratégica que ha existido en la relación bilateral y que hemos esbozado brevemente más arriba. El deterioro progresivo producto de los vaivenes en el campo diplomático y por sobre todo, en las desaforadas –en no
pocos casos- intervenciones verbales a través de los medios de comunicación le han puesto la guinda a este proceso. Ahora bien, estamos inmersos en un evento electoral de gran importancia para Venezuela. Las
elecciones parlamentarias de este 2015.

El clima de opinión pública ha sido desfavorable al gobierno central en estos últimos meses en vista del deterioro de las variables macroeconómicas que han incidido particularmente en la cotidianidad de los venezolanos y en sus bolsillos, especialmente.

Con ello, las mediciones públicas venían señalando disminuciones importantes en la popularidad presidencial que pudieran tener consecuencias electorales. Los temas protagónicos del interés nacional habían sido el desabastecimiento, la inflación y la escasez.
Con este episodio diplomático en marzo, la atención de la opinión pública venezolana pudiera concentrarse en temas políticos más allá de los temas económicos. En todo caso, tenemos que esperar los resultados de los nuevos monitoreos de opinión pública que se hacen en el país.

 

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