A dos años de su muerte el expresidente Hugo Chávez sigue generando posiciones encontradas entre los venezolanos, sumidos en una profunda crisis económica que por primera vez en 16 años ha puesto al chavismo ante el riesgo de una derrota electoral.
El gobierno y sus seguidores conmemorarán el jueves con una serie de actos en Caracas y otras ciudades el deceso de Chávez el 5 de marzo de 2013 tras combatir por casi dos años un cáncer del que aún se desconocen detalles.
La conmemoración se da en un contexto difícil. Además de la recesión, la economía sufre una galopante inflación que cerró el año pasado en 68,5% y severos problemas de desabastecimiento que se evidencian en las largas filas en las entradas de supermercados y comercios.
El fuerte deterioro de las condiciones de vida de los venezolanos ha golpeado especialmente a los mayoritarios sectores pobres, donde se concentra el respaldo al gobierno.
El año pasado 3,53 millones de hogares estaban en condición de pobreza, de los cuales 33% correspondían a «nuevos pobres» que entraron en los últimos dos años a ese estrato arrastrados por la crisis, reveló una encuesta de la Universidad Católica Andrés Bello, la Universidad Central de Venezuela y la Universidad Simón Bolívar.
A pesar de los tiempos difíciles, el recuerdo del carismático líder político sigue presente para una parte de la población. Otro sector, en cambio, lo responsabiliza por la crisis que podría agravarse por la caída de los precios del petróleo, la principal fuente de ingresos del país.
El presidente Nicolás Maduro, quien se identifica como «hijo político» de Chávez, ha intentado atraer a sus seguidores echando mano de la memoria del popular líder e incluso imitando su estilo aguerrido y en ocasiones dicharachero. Pero el peso de la crisis y los errores de su gestión han golpeado su popularidad, que para fines de 2014 había descendido a cerca de 22%.
La pérdida de respaldo amenaza con pasarle factura al chavismo en las elecciones parlamentarias de este año.
A pesar de que la oposición parte con ventaja para la contienda electoral su situación no es tan favorable debido a la falta de recursos, el limitado acceso comunicacional y la crisis interna por las fuertes discrepancias entre sus miembros.
Bajo un ardiente sol y en medio de una acera repleta de basura y restos de alimentos que impregnaban el lugar de un olor repugnante, Isabel de Perales, una humilde ama de casa de 68 años, aguardaba resignada en una larga fila para ingresar a un comercio en la barriada de Propatria, al oeste de la capital, donde es común cruzarse con grandes murales de Chávez.
«Ahora todo está malo, pero cuando estaba Chávez estábamos bien. Ahorita yo no sé lo que le pasa a Maduro que bueno todo se ha puesto tan grave», afirmó Perales.
Luego de esperar casi una hora con su niña de dos años cargada en los brazos en una fila frente a una farmacia en Sebucán, un sector de clase media del este de la ciudad, Noel Silvera, un técnico de seguridad de 29 años, no pudo ocultar el desconsuelo al escuchar a uno de los empleados del local que se había acabado la provisión de pañales.
«Esto es un desespero», confesó afligido. «Hace dos años por lo menos se conseguían las cosas. Ahora no. Estamos como en terapia intensiva», acotó.
«Hoy toda Venezuela está crucificada», dijo Ismael Villamizar, un estudiante universitario de 21 años desde una cruz de madera de dos metros de alto en la que se colgó para mostrar, dijo, cómo viven los venezolanos.
En el plano político también se han evidenciado cambios significativos tras la muerte de Chávez.
El año pasado se dio la salida del equipo ministerial de Jorge Giordani, artífice de las políticas económicas de los casi 14 años de gobierno de Chávez.
También se fue otro de sus hombres fuertes, el ingeniero Rafael Ramírez, quien fue por más de una década había sido ministro de Petróleo y presidente de la corporación estatal Petróleos de Venezuela.
En el último año Maduro ha reforzado en su equipo la presencia de los militares, especialmente en el área económica.
El presidente de la encuestadora local Datanalisis, Luis Vicente León, afirmó que aunque Chávez, un teniente coronel retirado, dio a sus ex compañeros de armas un papel destacado en el gobierno, «los militares dependían» del carismático líder.
Con Maduro esa relación ha cambiado debido a que el mandatario «depende bastante más del sector militar para su gobernabilidad», agregó.
