En Venezuela todos los males, el fracaso del Gobierno y sus planes económicos desde que asumió el poder el chavismo, se le han endilgado a la oposición.
Por si fuera poco el Gobierno dice haber frustrado magnicidios, intentonas golpistas, invasiones militares, violación del espacio aéreo con aviones de guerra.
La oposición ha logrado tanto auge: dicen que ha comprado aviones F-16 de paquete, nuevecitos, para sacar a plomo limpio al régimen del poder.
A todas estas acusaciones les ha faltado un elemento: las pruebas acusatorias. Cuando Leopoldo López en un gesto de valentía se entregó sus seguidores le pedían a gritos no te entregues a la canalla. El joven líder de Voluntad Popular, una organización juvenil que ha venido descollando entre los sectores estudiantiles venezolanos, se entregó creyendo que siendo él inocente de las graves acusaciones que se le hacían, saldría en libertad inmediatamente.
Se encendieron las alarmas, continuaron las detenciones e inhabilitaciones de funcionarios electos por el voto popular. Continuaron las amenazas y atropellos, se exacerbó la represión que ha dejado huellas dolorosas: estudiantes presos, manifestantes agredidos violenta y psicológicamente, y una larga lista de atropellos tanto policiales como de los llamados “colectivos de la muerte”, escuadrones de motorizados los cuales con la anuencia del régimen andan armados hasta los dientes.
Luego aparte de las confiscaciones al sector de la empresa privada, ha venido una secuencia de detenciones. El mensaje claro es: no puedes ser empresario, ni puedes ser demócrata opositor. Con la detención del alcalde Antonio Ledezma, uno de los líderes más demócratas y con una hoja impoluta de servicio al país, se suma otro peldaño que conduce sin dudas a las puertas de un régimen dictatorial.
El mundo absorto y apesadumbrado tiene sus ojos sobre Venezuela. El fantasma tenebroso de la dictadura recorre las calles de América Latina. Los ojos de Bolívar lloran por su amada patria.