Vivimos una crisis múltiple donde lo económico y lo político se entrecruzan con fuerza, generando tensiones que nos colocan en fronteras peligrosas entre la paz y la violencia. Por ello es menester visualizar salidas democráticas para salir airosos de este laberinto de incertidumbres donde reina la inestabilidad.
Tenemos así que frente a todas estas interrogantes que brotan de la desesperanza colectiva las únicas respuestas posibles obligatoriamente debemos ubicarlas dentro de la legalidad constitucional para acudir al pacto legal que nos garantiza como país la solución pacífica de cualquier controversia. Es allí donde nos toca colocar las piezas de este ajedrez político dentro del cual cada movimiento táctico debe corresponderse con una estrategia de victoria, neutralizando las angustias que producen los tiempos de espera.
Lo grave para el gobierno es que luego de las elecciones el deterioro de popularidad del presidente Maduro no se ha detenido, no tanto por su conducta errática sino por la profundización de la crisis económica que se expresa con dramatismo cotidiano en la escasez, el desabastecimiento y la inflación. De esta forma mientras la MUD mueve sus piezas con libertad y apoyo unitario y consolidado de su plataforma política de sustentación, el presidente Maduro está condicionado por una problemática económica donde la falta de dólares le obliga a tomar medidas impolíticas como el aumento de precio de los productos básicos, medidas que intentan hacer pasar desapercibidas con escándalos sobre magnicidios y detenciones de opositores emblemáticos.
Además el presidente Maduro al parecer tiene también rémoras internas que no son fáciles de manejar. Para nadie es ya un secreto de los enfrentamientos entre él y Diosdado Cabello. Y mientras a nivel de las grandes piezas del ajedrez el presidente Maduro tiene problemas, la MUD mueve alfiles y caballos con soltura socavando el apoyo internacional del gobierno con inteligentes jugadas, con las cuales ha logrado que la OEA, la ONU y otras instancias internacionales pongan sus ojos sobre nuestro país y soliciten al gobierno venezolano un mayor respeto a las reglas democráticas.
Pero sea cuales sean los movimientos tácticos que realicen los factores principales de este ajedrez político lo que deben tener en cuenta que es imposible una victoria que no pase por la urgente necesidad de reunificar al país tras metas de una recuperación económica que nos dé esperanzas y tranquilidad. Siete millones de un lado y siete millones del otro pero catorce millones que quieren lo mismo: Una Democracia donde todos podamos vivir en paz.
Lo único que garantiza el cumplimiento de estas expectativas consensuales en el Voto. La Salida no puede ser otra que la electoral, la transición la podemos lograr de manera armónica mediante una restitución de los equilibrios republicanos donde la Asamblea Nacional rescate su autonomía frente al Ejecutivo y a partir de esta nueva contrabalanza de poderes el país pueda reencontrarse con los principios democráticos consagrados en la Constitución y que por mucho tiempo han sido dejados de lado debido a la intensidad de mecanismos políticos donde todo queremos resolverlo en la calle. Pidamos elecciones, Vamos a elecciones. Esa es la Salida, esa es la Transición.
