El sonido de unas detonaciones alertaron a la familia de José Enrique Arráez Padilla (18), quien minutos antes había salido para la bodega. Su padre corrió hacia la quebrada de Pílade Montezuma II, lugar en donde se escucharon los impactos y allí encontró a su muchacho a quien cargó y sacó de esa zona llevándolo hasta la carrera 5 entre calles 2 y 3 de la misma comunidad, lo colocó en el porche de su casa y tenía intenciones de trasladarlo a un centro asistencial, pero estaba sin vida.
Familiares llamaron a la policía para notificar el homicidio y el cuerpo de José Enrique quedó tendido boca arriba en el porche de la casa, sus seres queridos limpiaron un poco la sangre de su cuerpo y lo envolvieron de pie a cabeza con una sabana, colocaron una tapa de un juego de un comedor y una pipa, para que los curiosos no observaran.
Perseguido
Según lo que relataron algunos residentes de la zona que no quisieron identificarse, el joven fue perseguido por un grupo de delincuentes, se tiro hacia la quebrada tratando de escapar, pero varios proyectiles lo alcanzaron y atravesaron su espalda y la cabeza e hicieron que se desplomará en el lugar.
Una vez que los delincuentes hicieron de las suyas se fueron, se observó a uno de los criminales con su arma en la mano, quien no la guardo hasta que desapareció.
Robert Alejandro Arráez, padre del joven cargaba todos sus pantalones blue jeans llenos de sangre, prueba de que había agarrado el cuerpo de su muchacho, aparentemente la camisa se la cambió, porque no tenía rastro alguno.
Funcionarios del Eje de Homicidios del Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (Cicpc), llegaron al sitio del hecho, cuando comenzaron hacer sus respectivas inspecciones los familiares se colocaron alrededor del cadáver con dos cubrecamas y una sabana, tapándolo sin dejar que nadie lo viera.
El joven estaba descalzo, con unos bermudas rojas.
Posteriormente efectivos del cuerpo detectivesco se trasladaron hasta la quebrada Lorolita, lugar donde fue el hecho sangriento y queda aproximadamente a 150 metros de la residencia a donde el señor Robert llevó el cadáver.
Por la forma como se dio el homicidio, los investigadores manejan el caso como una venganza.
Era promotor
José Enrique, a los doce años abandonó sus estudios, llegó hasta segundo año de bachillerato y desde ese momento comenzó a trabajar junto a su padre, como promotor de fotografías, quincenalmente viajaban a San Carlos, lugar donde el padre del joven tenía sus clientes fijos además de familiares.
Está quincena no viajaron, José Enrique, era el cuarto de cinco hermanos y tenía su esposa con siete meses de embarazo, sería su primera hija.
Yosemir Sánchez, una de las hermanas del fallecido indicó que ella se encontraba en su casa y fue a visitar a su madre, allí estaba la señora, otra hermana y la esposa, en ese momento fue que sonaron las detonaciones y al asomarse al cuarto de José Enrique, no lo vio y fue cuando decidieron alertar al señor Robert.
Sánchez, indica que tiene un año residenciada en otra casa y desconoce si su hermano tenía enemigos, hasta donde ella sabe no tenía problemas algunos.
Los seres queridos de la víctima fatal esperan que el homicidio sea esclarecido.