La franqueza del papa Francisco lo ha puesto en dificultades.
El Vaticano se esforzaba el miércoles por subsanar un conflicto diplomático con México después que el pontífice se refirió a la posible «mexicanización» de su Argentina natal por el narcotráfico.
El Vaticano dijo que envió una nota al embajador mexicano insistiendo en que Francisco «en absoluto pretendió herir los sentimientos del pueblo mexicano» con esa afirmación ni criticar la lucha antidrogas del gobierno mexicano.
El pontífice empleó ese término en un correo electrónico a un amigo argentino, el legislador Gustavo Vera, quien participa en la lucha contra el narcotráfico, y que después hizo público el mensaje en el cibersitio de su Fundación Alameda.
México presentó una queja formal ante el Vaticano en una reunión con el embajador de la Santa Sede en México y en una nota de protesta en la que aseguró que el gobierno estaba comprometido en la lucha contra los carteles narcos y que no tenía sentido «estigmatizar a México».
En un comunicado el miércoles, el Vaticano dijo que las palabras del papa eran parte de un correo electrónico personal y que solo había repetido una frase que empleó su amigo. El Vaticano insistió en que el papa no había querido en ningún caso restarle valor a la lucha de México contra el narcotráfico.
«El papa solo se propuso destacar la gravedad del fenómeno del narcotráfico que afecta a México y otros países de Latinoamérica», afirmó el vocero del Vaticano, reverendo Federico Lombardi. «Es precisamente esta importancia la que ha hecho de la lucha contra el narcotráfico una prioridad para el gobierno».
No es la primera vez que la franqueza del pontífice causa dolores de cabeza a la Curia.
En enero, Lombardi tuvo que explicar que Francisco no justificaba la violencia cuando, en reacción a los ataques terroristas en París a la revista satírica Charlie Hebdo, Francisco dijo que quien insulta a su madre puede esperar «una nalgada» como respuesta.
Francisco también tuvo que justificarse cuando comentó que los católicos no tenían que reproducirse «como conejos» y elogió a las familias numerosas como un don de Dios.