Pues sí. La relación entre la ficción y la no ficción en la crónica periodística, pareciera ser una de las características esenciales del periodismo en este continente,donde abundan los escritoresque han ejercido la profesión de periodistas, saltando sin mucho problema de lo real a lo verosímil, asunto que ayuda no solamente a escribir bien y ganar lectores, sino a esquivar no pocas veces la censura por aquello de que las dictaduras no se caracterizan por ser cultas.
José Martí, Roberto Arlt,García Márquez, Martín Caparrós, Carlos Monsiváis, Juan Villoro,Elena Poniatowska, Luis Rafael Sánchéz, Tomás Eloy Martínez y los venezolanos José Pulido, MiyóVestrini, Milagros Socorro, Nelson Hippolyte Ortega, Luis A. Crespo, Miguel Otero Silva,Boris Muñoz y AquilesNazoa, son nombres representativos de la fértil y complicada relación entre literatura y periodismo.
“Yo llegué al periodismo con una vocación y unas aptitudes de escritor. Lo que hice fue aplicar al periodismo las mismas técnicas de la literatura. No hay otro secreto que ese. ¿Está tomando notas?”,le dice García Márquez a un joven Boris Muñoz en noviembre del 97, en un hotel de Nueva York. La cita encierra dos aspectos que aluden a la coexistencia del narrador y periodista. Lo que dice sobre su ejercicio y lo que exige al entrevistador como garantía de que no inventará la respuesta. Asunto que no tendría importancia si quien hace la pregunta, no hubiese tomado de la ficción, recursos como inventar un personaje alemán -Burkart-en un artículo sobre la escasez del agua en Caracas en 1958. Para ilustrar el impacto en los hábitos cotidiano, el tal “Burkart” se afeita con jugo de durazno.
Las nuevas tecnologías muestran que el soporte virtual no ha cambiado sino enriquecido la expansión en el siglo XXI de un género llamado por Villoro, el “Ornitorrinco de la prosa”, dada su deuda con las influencias literarias que de no ser usadas con discreción pueden matarla: “La crónica es un animal cuyo equilibrio biológico depende de no ser como los siete animales distintos que podría ser”, afirma, después de establecer su deuda con la novela por su condición subjetiva al crear la ilusión de vida; del cuento y el final que lo justifica; de la entrevista, los diálogos y del reportaje periodístico, los datos inmodificables; del teatro el montaje, la polifonía, la “voz del proscenio”; de la autobiografía el tono memorioso y reelaboración personal y del ensayo la conexión argumentativa de acontecimientos dispersos.
Quizás si sea la crónica el género por excelencia para registrar un país que requerirá ser leído desde diversos ángulos, dadas las diversas y contradictorias versiones que sobre el mismo existen y que incluyen el cuento maravilloso y el teatro del absurdo. Cito a Salcedo Ramos en sus argumentos para escribir sobre lo que conmueve o asombra al cronista: “Una historia que por ejemplo me permita narrar lo particular para interpretar lo universal. O que me sirve para mostrar los conflictos del ser humano. Sigo un viejo consejo de Hemingway: ‘Escribe sobre lo que conoces’. Eso quiere decir sobre lo que me habita, sobre lo que me pertenece.” Y a todos nos pertenece este país que nos conmueve y nos asombra.