La experiencia de la Mesa de la Unidad Democrática es la base de la esperanza del cambio en Venezuela.
Nuestra Unidad es imperfecta, defectuosa, obviamente podría ser mucho mejor de lo que es y hacer mucho más de lo que hace, pero así como muestra carencias y defectos que pueden y deben ser corregidos, tiene logros nada despreciables que no pueden, ni deben, ser ignorados. Se trata de una experiencia concreta, tangible, de carne y hueso. No es una disquisición teórica, ni una charla de café, ni un artículo de prensa.
En la Unidad hay trabajo, lucha, aportes de muchos en todo el país y de venezolanos en todo el mundo, disposición a entenderse y a construir juntos, voluntad para seguir adelante. Por eso ha podido lograrse el consenso de liderazgos y partidos de generaciones distintas y con ideas e historias diferentes, en cuanto a políticas y estrategias. La actualización de ese consenso político debe hacerse sin perder de vista el objetivo.
En los consensos programáticos participaron cinco centenares de profesionales y expertos, las direcciones políticas de los partidos y los precandidatos presidenciales. Hay gente trabajando ya en su afinamiento y puesta al día, pues los problemas se han agravado, pero están allí, al servicio de una Venezuela democrática, próspera, justa, donde todos podamos vivir y progresar en paz.
Ha habido un trabajo unitario organizado, profesional, dedicado en la defensa del voto. Un aprendizaje constante en el cual han participado más de cien mil voluntarios. También la organización de unas primarias que convocaron a 3.076.762 votantes.
La acción internacional de la Unidad, con objetivos estratégicos claros y desarrollo sobrio y constante, ha incrementado la comprensión del caso venezolano en el exterior y aumentado el reconocimiento y el respeto a la alternativa democrática. Antes, la excusa afuera era que “lo único peor al gobierno en Venezuela era la oposición”, ahora la Unidad es el aval, la credencial y el baremo de la madurez de los sectores democráticos que plantean una alternativa.
De todo eso hablamos en un libro, Unidad, Experiencia y Esperanza, escrito por Diego Bautista Urbaneja, Marino J. González, Juan Mijares, Teresa Albanes Barnola, Edmundo González Urrutia y este servidor, que apadrinado por Chúo Torrealba, presentamos el pasado 5 de febrero en Caracas, y que esperamos poder presentar en Barquisimeto a fines de este mismo mes.
En la obra hay un testimonio, y la renovación de un compromiso de cambio pacífico, democrático, constitucional que es con todos los venezolanos, sin divisiones, sin exclusiones, sin discriminaciones.