Se decía en la Historia de la Literatura, que estudiábamos en el bachillerato, que tres eran los poetas románticos del parnaso venezolano: Abigail Lozano, José Antonio Maytín y Ezequiel Bujanda. El último nombrado, era nativo de Cabudare y además, medico, egresado de la primera Universidad del Estado Lara, 1884-1901.
Estos días nos referíamos con frecuencia al poeta y al médico, por los altos aportes que ambos han contribuido a la cultura y el desarrollo científico del país y la región. También, los Cabildos de Cabudare y El Tocuyo, designaron sendas comisiones para rendir homenaje a su memoria, por estarse celebrando ciento cincuenta años del encomiástico y fausto suceso de su nacer.
Grato será, narrar episodios y debidas evocaciones de aquella relevante presencia, de mucha distinción, en el arte, las letras y la ciencia, que dieron al terrón nativo prez y blasón, por el sustancial aporte de su legado cultural y cívico, de perenne evocación, por estar al servicio de la patria.
Grato que Cabudare, con permanente don de Patria Chica, rinde al doctor Ezequiel Bujanda, el testimonio cordial y limpio, de tener paseos y calles, con el júbilo de su nombre, su perfil y su efigie en mármoles públicos y en otros dignos testimonios, ínsitos en el recuerdo y renovada evocación.
El vecino pueblo de El Tocuyo, lugar donde el doctor Bujanda celebró con notable éxito su profesión de médico, con los principios y virtudes paradigmáticas de la Deontología Medica y donde escribió el milagro providente de su melodiosa obra poética, que se desparramaba por todo el país y la región, la Ciudad Madre lo recibió como Hijo Predilecto y en filial actitud, hizo propia por su permanencia y servicio, esa generosa tierra del corazón y del ensueño.
Cuantas veces, en noches de nostálgicas lunas claras, se han percibido, las voces angustiosas y vehementes, que imploran denodadamente; No toques ese vals cierra ese piano; conque comienza, el sublime poema de eterna significación y sublime deleite. El inolvidable vals Sobre las Olas. El poema vals que hicieron Dios y Ezequiel Bujanda.
Hemos hecho una transposición, por efecto de la similitud que existe de los dos sucesos y hemos pedido prestada la frase al poeta del pueblo Andrés Eloy Blanco, como su autor original.
En un impecable Soneto que Andrés Eloy Blanco escribió sobre el Golfo de México, esa joya poética, la concluyó con estos versos eternales “Este mar que hicieron Dios y Juventino Rosas”. A lo cual quiso asociar el gran charro interprete exquisito del inmortal Sobre las Olas.
Por medio de mi abuelo, el Procurador Francisco Verde Gallardo, en su hogar en Cuicas y Trujillo, empezamos a conocer la poesía del doctor Bujanda, especialmente, los versos de profundo subjetivismo: Sobre las Olas y los Recuerdos. Muchas veces oímos el piano con un buen ejecutante y era una delicia oír el vals del trágico naufragio, que llenaba el espíritu de acerva melancolía. También conocimos trances riesgosos y vicisitudes de aquel atormentado espíritu, sus enfrentamientos con el general Amabilo Solaigne, del caudillismo carril larense, a la cual se refiere el poema El Traje Blanco.
Este extraordinario musajeta, actúa dentro de la generación literaria de las postrimerías del Romanticismo y este es el lugar que le asigna Mariano Picón Salas, al lado de Andres Mata y Carlos Borges. En todo el Occidente Patrio, los versos de Ezequiel Bujanda, por lo lánguido y calidad de su estro y lo expresivo y lirico del lenguaje, lo convertían bien pronto, en poesía de canto y recitación. Sus admiradores y ejecutantes populares, hacían la combinación.
Por la noble decisión de las Alcaldías de Palavecino y de Morán, volverán al plácido ambiente, los melodiosos y raigales versos de Ezequiel Bujanda, quien por este homenaje que merecidamente se lo tributa, tornará a habitar entre nosotros, reencarnado en el egregio metal donde se funden puños de espadas, perfiles de medallas y vuelos de campanas.
