Es común encontrarse con personas que parecen incapaces de reconocer la existencia de realidades distintas a las que ellos creen, mostrándose inmunes a considerar o analizar con calma cualquier idea contraria. Esto ocurre en todos los ámbitos de la vida colectiva, pero en particular en el campo religioso y político. Es algo que podría atribuirse a ignorancia o inflexibilidad mental, pero la cosa es, en realidad, bastante más complicada.
Los temas relativos a la religión pueden ser etéreos y hasta banales, pero aun así pueden llevar a diatribas muy intensas y a conflictos sangrientos, como los que aun hoy ocurren en muchas partes. Por desgracia, sobran los que no toleran que otros crean en cosas diferentes y cada uno termina por considerar hereje al otro. Así, las religiones, que en principio nacen del lenguaje del amor, terminan convertidas en discursos de odios.
También ocurre con los políticos. En este caso, los motivos de las disputas suelen referirse a cosas terrenales,más fáciles de ser analizadas con argumentos racionales y comprobables históricamente. Pero contra esto atentan la complejidad de los temas, la simple ignorancia y la ideología que crea una visión sesgada de la realidad. Así, el razonamiento político termina por sustentarse en argumentos considerados buenos y justos, sin recurrir a un análisis lógico y racional ni a la confrontación con los hechos históricos.
En el caso de los políticos se agrega el apetito por el poder que en algunos casos puede ser intensísimo. Esto empuja a sus adictos a hacer lo que en extremo hacen los drogadictos: robar, mentir, asesinar, violar las reglas de convivencia, todo para acceder o mantenerse en el poder.
La ideología y el poder pueden anular la capacidad de reconocer la realidad externa y razonar a partir de ella. Donde hay una cola dedesesperados procurando lo que escasea, ellos solo ven gente con mucho dinero. Si alguien señala problemas económicos o sociales, ellos verán un traidor a la patria. Si Ud. intenta conversar con algún afectado por el síndrome del poder, señalándole el enorme robo que el gobierno ha hecho de los dólares, de Cadivi, el caso de las alegres maletas viajeras, los pudreval, la regaladera de dinero, el plan Bolívar 2.000, etc., etc., el interlocutor pondrá los ojos en blanco y no habrá manera de que recuerde nada o le responderá con una catarata de insultos. En algunos casos el síndrome del poder es incurable.
Si Ud. se encuentra con algún afectado, sea prudente pues nunca se sabe cómo va a reaccionar.Por desgracia, es bueno recordar que estas conductas no son exclusivas de un solo sector de la población, afectan por igual a la oposición.