Dedico estas reflexiones, a manera de íntimo desahogo desde la distancia, a la juventud venezolana en su día, fecha que marca además el primer aniversario de las jornadas de protesta de 2014, desencadenantes de otra expresión de brutal represión oficialista, causante de 43 muertos, cientos de heridos, miles de detenidos y torturados, de los cuales algunos permanecen aún privados de la libertad en condiciones violatorias de los más elementales derechos humanos. Es bueno recordar el célebre origen del Día de la Juventud que hoy se celebra, remontándonos al 12 de febrero de 1814, fecha en que se libró la memorable Batalla de La Victoria, crucial en la Guerra de la Independencia, cuando el General José Félix Ribas debió armar a unos mil estudiantes de colegios y seminarios de la ciudad, de Caracas y de poblados vecinos que no habían tocado un arma en su vida, contra el poderoso ejército de Boves. A esos adolescentes, Ribas los arengó con estas palabras:
“Soldados: Lo que tanto hemos deseado va a realizarse hoy: he ahí a Boves. Cinco veces mayor es el ejército que trae a combatirnos; pero aún me parece escaso para disputarnos la victoria. Defendéis del furor de los tiranos la vida de vuestros hijos, el honor de vuestras esposas, el suelo de la patria; mostradles vuestra omnipotencia. En esta jornada que será memorable, no podemos optar entre vencer o morir: ¡necesario es vencer! ¡Viva la República!”
Relata la historia que al caer la tarde, tras una feroz resistencia juvenil patriota y cuando la batalla no estaba aún decidida, recibieron refuerzos de 220 soldados de caballería a cargo de Vicente Campo Elías, con lo cual pudo romperse el cerco realista. Horas después, Morales y los suyos huían perseguidos por la caballería republicana, marcando el fracaso del intento realista de cortar las comunicaciones entre Caracas y Valencia. Bolívar concedió por ello a Ribas el título de “Vencedor de los Tiranos”. Hoy, los jóvenes venezolanos han asumido como suya la lucha contra la dictadura que oprime a la nación, defendiendo con gallardía un futuro que legítimamente les pertenece. El reciente triunfo opositor en las elecciones en la Universidad Central de Venezuela es una muestra más de que el régimen no logra doblegar a las universidades, aunque trata de asfixiarlas por la vía presupuestaria para quebrar su determinación de ser libres.
Trasladándonos de nuevo al duro presente, es triste constatar cómo Venezuela sigue avanzando de manera indetenible hacia el abismo, ante la perplejidad del mundo y el sufrimiento de sus ciudadanos. Valga al respecto comentar que tras una pasada entrega en este Blog que titulé “La destrucción de Venezuela: hazaña histórica”, un detractor envió un comentario atribuyendo dicha situación a los errores del 11 de abril de 2002, por haber dispuesto la disolución de los poderes, y no llamar a elecciones. A él, y a quienes compartan esa visión, les invito a releer en este Blog el ya agotado libro “Mi Testimonio ante la Historia”, así como dos artículos, uno titulado “Reflexiones a nueve años del 11 de abril de 2002”, y otro: “Diez años después”, en los cuales traté de responder a dudas sobre esos complejos momentos, reafirmando que el propósito único de la provisionalidad era llamar al pueblo, depositario del poder constituyente originario, a elecciones limpias para relegitimar los poderes públicos, mediante comicios parlamentarios en 90 días, y presidenciales en 180 días, bajo la supervisión de la OEA, y sin que yo pudiese aspirar a cargos de elección popular. Tampoco hay que olvidar que el Decreto inicial en 2012 fue rectificado el 13A para entregar en manos de la Asamblea Nacional el destino de la provisionalidad. Pero la división militar, las pugnas por el mando, el error de quienes rechazaron la posible salida de Chávez al exterior considerando que debía ser juzgado, o de aquéllos que se rasgaron las vestiduras en defensa de una legalidad inexistente, además de errores u omisiones propios de un “tsunami” político, condujeron a mi renuncia a la encomienda recibida y al retorno de Chávez al poder, de la mano de oficiales leales como Raúl Baduel, hoy maltratado, como también su hijo, bajo la férreas manos del régimen.
Así, en abril de 2002, tras la crisis y la renuncia de Chávez, se intentó mediante el llamado a comicios transparentes, evitar el afianzamiento de un modelo absolutista inspirado en ideologías foráneas, ya evidenciado mediante la conculcación de la independencia de las otras ramas del Poder Público, la demolición del sistema republicano de gobierno, la entrega progresiva de soberanía a la dictadura cubana, y el costoso afán de exportar la revolución a la región, con los recursos de todos los venezolanos. Desde entonces era nítida la alianza con el Foro de Sao Paulo y otros movimientos de la extrema izquierda mundial, así como el plan de destrucción del aparato productivo privado, inaugurado con los 48 Decretos-Leyes dictados en noviembre de 2001, primera etapa de la implantación de un Estado absolutista, dueño y señor de la vida de los venezolanos. De aquéllos polvos vinieron estos lodos, dice la sabia conseja.
Los resultados son harto conocidos nacional e internacionalmente, pues se ha reemplazado el Estado de Derecho por el pensamiento único, un sistema inconstitucional que eliminó la alternabilidad democrática, criminaliza a la disidencia, implantó la hegemonía informativa del Estado para generar un “blackout”, y ha regalado inconmensurables recursos a otras naciones a cambio de un apoyo cómplice al régimen, amén de la abyecta sumisión al Ejecutivo de los demás poderes, como lo demuestra el hecho de que las Altas Cortes en 16 años de régimen chavista, jamás han fallado en contra del gobierno.
El fracaso del gobierno de Maduro no debe conducir a que se oculte la realidad de que la destrucción de la nación fue obra de Chávez entre 1999 y 2012. Pero Maduro, impreparado y obcecado con el castrocomunismo al cual se debe, sin conocimiento de economía o gerencia, ha profundizado la crisis a un nivel extremo, hasta el punto de que luce inconcebible que ello sea el resultado de simple torpeza, sino de un siniestro plan de pauperización de la nación para someterla, justificándolo en fantasmagóricas conspiraciones y enemigos externos, para implantar el poder omnímodo, represivo, corrupto e ineficiente del Estado.
Los últimos meses han llevado al país al delirio: jamás los venezolanos imaginaron niveles tales de inseguridad, penurias y ruina económica. Es triste constatar que los bonos venezolanos son ya calificados como “bonos basura” (CCC), en tanto que la revista The Economist afirma que Venezuela muestra la peor conducción económica del planeta. Por algo el ex Presidente Andrés Pastrana tras su digna visita a Venezuela, declaró que el país se encuentra al borde de una tragedia humanitaria. Lo más grave es que no existe disposición alguna del oficialismo de rectificar para enfrentar la crisis y la anomia prevalecientes, mientras se profundiza la hipoteca ante China, y se adoptan decisiones cambiarias o económicas de alcance limitado o erróneo.
La impopularidad del régimen alcanzó niveles históricos, pero se amenaza con armas letales a quienes osen manifestar, se persigue a las empresas privadas remanentes, se siembra el terror, se tortura a los presos políticos y criminaliza a la disidencia, se aísla a la nación con poquísimas comunicaciones aéreas, escasean las divisas, y se intenta negar la crisis y ocultar las colas, pesadilla de los venezolanos, pues en lugar de dedicar su tiempo al trabajo productivo, deben emplearlo en humillantes colas para obtener lo indispensable.
De otra parte, siguen aflorando denuncias de corrupción que involucran a personeros del régimen hasta en carteles de narcotráfico, forma además de respaldo financiero indirecto a las FARC. Surgen además nuevos testigos sobre el presunto engaño al mundo con la fecha de fallecimiento de Chávez, la cual al decir del Capitán Salazar ocurrió el 30 de diciembre de 2012, y no en marzo de 2013, conduciendo a fraudes, falsificación de firmas y designaciones ilegítimas como la de Jaua como Canciller, y la sucesión misma de Chávez.
Los caminos están ahora envueltos en una espesa bruma e incertidumbre. Ante la solicitud de auxilio del régimen a Unasur y a la CELAC, la comunidad internacional debe alzarse por encima de conveniencias ideológicas o económicas, para denunciar la peor crisis de Venezuela desde su existencia como nación independiente, como lo han hecho ilustres ex Presidentes como Pastrana, Piñera, Calderón, Arias, Toledo, Lagos, Quiroga y Hurtado.
Solidaridad con Venezuela, con sus presos políticos, y rechazo a la dictadura. Honor en fin a los jóvenes venezolanos en el Día de la Juventud, por sus ideales de lucha, junto a un llamado a la unidad opositora. Por encima de intereses o visiones particulares o grupales, están la libertad y los valores e intereses indeclinables de la sociedad venezolana. Que Dios ilumine a la nueva generación de venezolanos que, de la mano de las mayorías nacionales, tiene ante sí el reto devolver la libertad a Venezuela, emulando ese 14 de abril de 1814.
«Para la verdad, el tiempo; para la justicia Dios»