«Latinoamérica ya no puede contar con el exterior para crecer, y carece de herramientas alternativas. Mantendrá la desaceleración económica si no realiza reformas» Augusto de la Torre, economista jefe para América Latina y el Caribe del Banco Mundial.
Los latinoamericanos capitanean el emprendimiento mundial entre los países de economías emergentes, pero están en la cola de la innovación. Una ecuación mortal de las que no se libran ni las multilatinas, y que penaliza el crecimiento de la region y las exportaciones. En este sentido abundan los ejemplos. Las multinacionales chinas invierten en investigación y desarrollo 34 veces más que las transnacionales latinoamericanas manufactureras, a excepción de Brasil, y las multinacionales de los países más desarrollados invierten 40 veces más. El porcentaje de las empresas exportadoras sobre el censo empresarial de Chile, Colombia y México (líderes de la exportación regional) es menor al de Bangladesh, Pakistán o Tanzania.
El Banco Mundial recoge la demoledora situación en su último informe sobre el tema. El mismo ratifica la ebullición emprendedora en América Latina. Uno de cada tres trabajadores de la region es autónomo, pero la mayoría son empresarios transformadores o simples intermediarios de materias primas. «Es un autoempleo de quienes no logran trabajo en grandes empresas, un problema asociado a la pobreza que lastra la region», asegura De la Torre. Además de este emprendimiento que no genera valor añadido, las empresas de cualquier tamaño son más pequeñas que las de otras regiones con niveles semejantes de desarrollo, y ni siquiera las gigantes crean tanto empleo como las de otras regiones.
Ningún segmento de empresa aprueba. Las pequeñas carecen de tecnología para crecer e incorporarse a la economía productiva. Las medianas carecen de prácticas de gestión modernas, y su crecimiento se estanca al llegar a un cierto tamaño. A los 40 años de vida, las empresas medianas de América Latina emplean a 110 personas, las de Asia oriental a casi 170, en Europa oriental rondan los 220 trabajadores, y en los países desarrollados alcanzan 250. Pero es que las empresas latinoamericanas empiezan a destruir empleo tras cumplir los 40 años.
Definitivamente, la situación perjudica el crecimiento interno y la exportación. «Es imprescindible que las empresas sean innovadoras para no perder competitividad en el exterior» señala Ramón Casilda, consultor estratégico para Latinoamérica. Por eso, ahora mas que nunca se demuestra la necesidad de implementar el programa del Empresario Interno con el objetivo de darle duro a la innovación, aprovechando los recursos humanos existentes en las empresas y encontrando en el tramado de las mismas, aquellas ideas que se convertirán en nuevas oportunidades y en factores claves para la verdadera innovación.
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