El presidente estadounidense, Barack Obama, y la princesa del pop Katy Perry se unieron para convertir los premios Grammy del domingo, al menos durante unos minutos, en una campaña contra la violencia doméstica.
Hacia el final del espectáculo de una hora que tenía lugar en el estadio Staples Center de Los Ángeles, Obama apareció inesperadamente en un mensaje grabado y transmitido en una pantalla gigante sobre el escenario. Su mensaje: urgir a los telespectadores a alzar su voz contra la violencia de género.
«En este momento, cerca de una de cada cinco mujeres en Estados Unidos ha sido víctima de violación o intento de violación. Y más de una de cada cuatro mujeres ha experimentado alguna forma de violencia doméstica», dijo el presidente.
«Esto no está bien. Esto tiene que terminar», añadió.
Justo después, la sobreviviente de violencia doméstica y activista Brooke Axtell subió al escenario y contó su dolorosa historia.
«Luego de un año de romance apasionado con un hombre guapo y carismático, él comenzó a abusar de mí y yo estaba aturdida», dijo Axtell.
«Creía que él estaba arremetiendo contra mí porque estaba sufriendo y necesitaba ayuda. Pensé que mi compasión podría hacerlo cambiar a él y restaurar nuestra relación. Pero mi empatía estaba en contra de mí», señaló.
«Le tenía terror y estaba avergonzada de verme en esa situación», contó Axtell.
A continuación Katy Perry, conocida por el barroquismo de sus actuaciones y quien acaba de causar sensación mundial gracias a su pirotécnico show en el entretiempo del Super Bowl, cantó una de sus canciones más sencillas –«By the Grace of God– vestida de la forma más minimalista.
La opinión pública estadounidense ha estado prestando atención últimamente a la violencia doméstica, en parte, debido a algunos abusos vinculados a famosos atletas.
Obama dijo que los artistas «tienen un poder sin igual para ayudar a cambiar mentalidades y actitudes».
Momentos antes, el rapero Pharrell Williams actuó una versión de su éxito viral «Happy» con el pianista Lang Lang y aprovechó para rendir tributo al movimiento que busca detener la brutalidad policial contra los negros en el país.
Williams representó junto a sus bailarines, que llevaban sudaderas con capuchas negras, el gesto «Hands Up, Don’t Shoot» (Manos arriba, no disparen) que ha sido el eslogan de este movimiento.