Sin tregua – 4f: caraduras no más…

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Diosdado, el mismo 4F, esta semana, denunciaba que “la oposición preparaba un golpe sangriento”. Por supuesto, sin ningún asidero que no sea la persistente política de criminalizar a todo disidente u opositor para justificar por adelantado sus acciones represivas violatorias de la Constitución. Minutos después, Maduro convocaba a celebrar con festejo y alborozo los 23 años del golpe militar del 4F/92 – muy sangriento, por cierto – ¿Cómo se puede acusar a los demás de golpistas, de criminales, y unos segundos después festejar un golpe militar como algo glorioso? Hay una palabreja que desde la cúpula roja se usa mucho para descalificar a medio país: “Disociado”. Aplica muy bien para ellos. Obviamente que al Madurocabellismo, dueto “por ahora” en el poder, caraduras es otra palabra que los retrataría muy bien…

En aquel 1992, este columnista no simpatizaba nada con el gobierno de CAP. No voté por él, pero era un gobierno legítimo, electo democráticamente con clara mayoría y sin que tuviera durante las elecciones monopolio absoluto del poder electoral. Por eso – y porque nunca me gusto el militarismo en política y menos en cargo que corresponden a civiles – condene aquel golpe, aunque no dejamos de advertir que el golpismo revivió aprovechando un severo deterioro económico, social y político del país. ¡Que tampoco lo justifica! Vale subrayar.

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Corrupción. Los golpistas del 4F argumentaron como “razón moral” de su alzamiento los numerosos casos de corrupción que saltaron a la opinión pública en los años precedentes. Una paradoja es que la corrupción hoy, la de ellos en el poder, es la más colosal que haya conocido la historia venezolana. Por el tamaño de ella, por el descaro, por la impunidad que se aseguraron usando el control de las instituciones del Estado. La corrupción de la cúpula roja es más grande, muchísimo más grande, que todas las que hayamos conocido desde el ejercicio del poder en Venezuela desde los tiempos de Guzmán Blanco e incluyendo a dictadores como Juan Vicente Gómez y Pérez Jiménez más toda la que hubo en las últimas décadas del siglo XX, aún sumándolas todas. Los de antes parecen simples “robagallina” ante esta cúpula roja impune, cuyos “negocios” son todos en “miles de millones de dólares”, con el agravante que lo hacen “en nombre de la patria, del pueblo, del socialismo, de los pobres”.

“Estimado Carlos Andrés”, fue el encabezado de una carta hecha pública aquel 4F de 1992 cuando ya el golpe militar había fracasado, por “chimbo”. “Nos ha embargado una profunda preocupación… es un momento amargo y crítico… recordamos con gratitud todo lo que has contribuido al desarrollo de las relaciones bilaterales entre nuestros países… confío en tu liderazgo al frente de los destinos de la hermana República de Venezuela”. ¿Quién escribió esa carta? ¿Acaso alguien “del imperio”? ¿Sería Bush? Pues no. La carta es de Fidel Castro. La difundió al mundo a través de “Prensa Latina”, la agencia oficial de noticias del régimen cubano. Recordatorio pertinente para quienes – aunque parezca increíble después de tantas mamarrachadas fidelistas – aún creen que Fidel es un “revolucionario de principios” y no un vulgar dictador oportunista a quien solo le interesó en su vida el control personal del poder absoluto y vitalicio. Otro caradura, pues…

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