¿De verdad el humor siempre se nutre de lo que nos causa escozor y miedo? Se afirma que socialmente ha sido ejercido para dosificar la conciencia de nuestra vulnerabilidad frente a la infinitud para lo cual no basta la fe religiosa ni la filosofía y se requiera ejercerlo para matizarla angustia, mientras nos reímos de nosotros y nuestras circunstancias. La proliferación de chistes en twitter o de páginas webs genera mis preguntas en relación a su ejercicio en las redes. Les confieso que a veces me parece que rayan en la autoagresión.
Espita psicológica social o personal, se le suele atribuir la cualidad de estimular y propiciar la tolerancia aunque pueda ser también bala perdida, misil destructivo de sentimientos y estimas individuales. ¿La tolerancia está ligada a su ejercicio, o hay ocasiones en que contribuye a la intolerancia? No es fácil responder sin dar respuestas simples a problemas complejos. Porque hablar de humor es hablar de cultura en el más amplio sentido del término, de creencias, formas de comportamiento, asuntos vedados o encubiertos, del “no se dice”, “no se habla” y las formas de decirlo. También es un asunto de cultura personal: nuestros mejores humoristas lo han sido por cultos, por tener una visión universal y local de los problemas.
Si se trata de un asunto cultural y se expresa en la idiosincrasia, podemos hablar del humor venezolano. Siendo que somos un país de gente que ejerce la burla de variadas maneras, incluyendo el agravio personal y hasta la autoestima personal y social, ¿podemos considerarla burla una faceta del humor? Un sí tajante nos recuerda las variadas formas que todos tenemos de aceptar que se burlen o no de nosotros, de admitirla a medias para saber que no todo humor es burla ni toda burla es humorística.
Los humoristas serios afirman que contribuye a resolver conflictos. Aunque sepamos que también contribuye a crearlos cuando se trata de impugnar el poder, pues éste, acostumbrado a burlarse de los ciudadanos, nunca tiene ganas de reírse de sí mismo y transforme en rictus lo que era carcajada abierta o solapada. Hay quienes piensan que cuando la gente se ríe demasiado es feliz, lo cual es totalmente incierto. Afirmaciones como que somos un país de gente feliz, son consecuencia de pensar en esta equivalencia. Quizás sirva para bajar la presión cotidiana pero no para olvidar los problemas personales y sociales que nos agobian.
En Venezuela siempre se ha reído bastante, incluso durante la cruenta guerra independentista y el establecimiento de la República.El Cojo Ilustrado, Fantoches, La Pava Macha, El Morrocoy Azul, El Camaleón, p.ej., ejercieron mediante caricaturas, chistes y textos humorísticos, la función social de análisis y denuncias de los desafueros del poder y autocrítica.
No está mal preguntarse sobre los nuevos modos de ejercerloen las redes, dada su inmediatez y repetición que a su vez no es garantía de calidad del material. Sobran chistes intrascendentes que carecen de la cualidad humorística de hacer pensar sin que la gente lo sepa. El humor es asunto colectivo, modo de comprensión no de quienes miran el país desde la picaresca, sin alma, afecto o amor y sin apostar a la esperanza ni alo mejor de lo que somos.