La historia de James Benson Irwin es fascinante. Y por eso la traemos a colación en el artículo de hoy, por cuanto puede enseñar una lección muy importante a nuestros amables lectores y sobre todo, a aquellos que dicen ser cristianos. Puede ayudarnos mucho en nuestra vida espiritual. Este hombre, que nació el 17 de marzo de 1930 no solo fue un simple astronauta estadounidense, sino el octavo hombre que anduvo sobre la Luna. Entre el 31 de julio y el 2 de agosto de 1971 participó en la misión Apolo 15. Estuvo 12 días, 7 horas 12 min en el espacio y realizó 3 actividades extra vehiculares lunares (en total: 18 h 7 min). Irwin fue el primer astronauta en recorrer la luna a bordo de un vehículo todoterreno.
Pero, al año siguiente (1972), hizo algo que dejó boquiabierto al mundo científico, se retiró de las fuerzas aéreas. Se dice que la impresión que recibió al contemplar desde la nave espacial la maravillosa obra de Dios de la creación, lo impactó de tal manera, que cambió radicalmente su vida. No nos queda la menor duda que este ser humano, al penetrar en las profundidades de la Santa Palabra y sumergirse literalmente en el espacio infinito, pudo constatar por sí mismo, el texto que dice “Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día. Y una noche a otra noche declara sabiduría”Sal.19:1,2. Por lo cual, fundó el grupo religioso llamado Christians High Flight Foundations,(Vuelo de Altura). Una organización dedicada a compartir las buenas nuevas de que “El andar con Dios en la Tierra es más importante que el andar del hombre en la luna” ¿Cómo les parece?
Si, esa es la mejor noticia que la humanidad puede recibir. Un planeta que se cae a pedazos por la mente autodestructiva del hombre, un mundo que se acaba por la la espiral de la violencia, pestes, enfermedades, carestía, dolor y muerte. El hombre cercado por la angustia, el estrés y las preocupaciones. Un enemigo letal de Dios, que mantiene asustado a la criatura, que tiene al ser humano agobiado que no encuentra que hacer. Entonces, recibe la noticia más maravillosa que ha escuchado. “El Dios de los cielos, el Creador, el Señor de señores, Rey de reyes el Altísimo se hizo hombre en la persona del Hijo Jesucristo, caminó por la Tierra y nos abrió la esperanza verdadera. Ahora, sabemos que en medio de todas y cada una de las calamidades que agobian al mundo y la humanidad, Dios está con nosotros y pronto vendrá a terminar con esta tragedia.
El capitán Irwin tenía razón. Esa es la mejor noticia de la historia del ser humano. Jesús caminó por este planeta y al subir al cielo a preparar morada para quienes le seguimos, dejó su Santo Espíritu como otro igual a él a quien llamó el Consolador, para que llevásemos nuestras tentaciones a él. Para que recurramos a él con todas nuestras batallas y conflictos espirituales, por cuanto él nos entiende y nos libra. !Hágalo!