Voy a escribir sobre varias infecciones intelectuales que, como las corporales, a muchos nos afectan, quizá sin saberlo. He tomado el chikungunya por estar de moda y porque se ha metido por todas partes.
El hombre se puede enfermar del cuerpo o del alma. Cuando me refiero al alma me refiero a su inteligencia, que por contaminación, cambia el modo de pensar y de vivir de quien padece esa enfermedad.
Hay tres enfermedades que, como río fuera de cauce, se meten por las calles del mundo. También los hogares, los negocios, las diversiones, etc.
Así como en medicina las inflamaciones de los órganos terminan en itis (otitis, laringitis, apendicitis, etc.) las inflamaciones en filosofía y educación terminan en ismo. Por ejemplo: Relativismo, hedonismo, pragmatismo. Nos vamos a referir a estas tres por ser muy comunes en los textos, universidades y profesores.
Para el Relativismo no existen verdades absolutas, todas son relativas y cambian según un factor que cada uno se busca para justificar la suya. En realidad decir verdades absolutas es decir dos veces lo mismo, porque si algo es verdad, lo es absolutamente; si no, sería un error.
La verdad es la realidad, luego solo puede haber una. Lo que pueden variar son las opiniones de quienes analizan esa cuestión. Si no existiera la verdad no podríamos entendernos, porque no habría nada verdadero, todo sería opinable. Tendrían razón quienes atacan como los que defienden los asesinatos recientes en el semanario de París.
El hedonismo es pensar que el placer es el valor supremo. Todo está supeditado a que yo consiga el placer que busco. Estaría justificando las borracheras, las infidelidades matrimoniales, la paz de los vecinos. El hedonista rinde culto al placer y por tanto, lo justifica. El pragmatismo defiende que los fines se deben conseguir a cualquier costo: de vidas, de dinero, de utilidad rentable. Eso justificaría el fraude, el secuestro y tantos otras manifestaciones de terrorismo. Ya decía Mahatma Gandhi que los mejores fines se deben obtener con los mejores medios. El fin no justifica los medios.
Son infecciones mentales que se pueden tener en grados diversos de gravedad moral. No es lo mismo ser hedonista que tomarse unos tragos en una fiesta. Ya se entiende que, en este caso, lo censurable es el abuso hasta perder el control de sí mismo. Todas pecan de materialismo o visión intrascendente de la vida.