Premio a dos almas consagradas a plástica

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La Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA), se apropió del lienzo y la paleta para pintar un nuevo capítulo en la vida de Ángel Hurtado y Ramón Chirinos, dos notables representantes de la plástica venezolana, quienes se acreditaron este martes la máxima distinción que otorga la universidad. Se trata del Doctorado Honoris Causa, título que avala la entrega y toda una vida dedicada a las artes plásticas con honestidad, autenticidad y valentía.

El júbilo, la alegría y múltiples emociones, se conjugaron en el auditorio Ambrosio Oropeza, donde las notas musicales de la Orquesta de Cámara de la UCLA, sellaron el compromiso.

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Según las resoluciones 052 y 053, leídas por el profesor Edgar Rodríguez, el Consejo Universitario aprobó conferir el título de Doctor Honoris Causa a Ramón Chirinos por sus 45 años de fecunda trayectoria artística y su indiscutible dominio de las artes plásticas, haciéndolo merecedor de incontables reconocimientos, tanto en Venezuela como en el exterior.

Por su parte, dijo el secretario general, el maestro Ángel Hurtado ha sido uno de los grandes valores de las Artes Plásticas en Venezuela, por sus invaluables creaciones pictóricas, mediante diversas técnicas, a partir del abstraccionismo geométrico rítmico, el abstraccionismo orgánico y más tarde, el expresionismo.

Bélgica Rodríguez, biógrafa de Chirinos, se refirió a la vida y obra del artista, desde su nacimiento en Falcón, pasando por su niñez, su llegada a Barquisimeto, su espíritu inquieto y su primer reconocimiento como creador en la Escuela Conchita Linárez, de manos de José Requena, Ofelia de Requena y Esteban Castillo. Exaltó su perseverancia y esfuerzo, su universo de alma y espíritu azul.

“Ramón Chirinos comenzó por ver aquellos lugares de la infancia, transfigurados por el recuerdo, vio la humilde vivienda del campesino, los árboles que bailan con el viento pero que se quedan quietos cuando desaparece la luz. Su pintura es juego, pero un juego serio entre lo formal y lo conceptual, la llenan personajes, en especial figuras femeninas y niños que habitan un universo simultáneo de ensueño y realidad”.

Chirinos hizo del dibujo una silueta danzante en el universo plástico. En Venezuela, es uno de los artistas que más se apoya en las emociones. Su defensa de la pintura-pintura lo ubica con propiedad entre los artistas que, con sentido contemporáneo, trabaja una disciplina que nunca muere ni morirá.

Marta De La Vega, biógrafa de Hurtado, describió al tocuyano como un gran maestro de la luz, de los recursos técnicos y expresivos, del color y los materiales que enriquecen las texturas de sus obras. Las pinturas de Hurtado son una excelente muestra del patrimonio cultural venezolano.

“Me conmovió la fuerza cromática de sus paisajes, el tratamiento de la luz, la intensa hondura que irradian sus pinturas, la espiritualidad de sus paisajes, me conmovió su sencillez. Cinco etapas trazan el periplo vital de este artista y su importante contribución a la estética de la realidad. Su obra nos deja vislumbrar ese trabajo sólido, pertinente y que empecinadamente ha mantenido en el tiempo, sin sucumbir al facilisimo ni a las modas efímeras, ni al embate de las fórmulas ideologizadas”.

 

Agradecido

 

Ramón Chirinos se mostró agradecido con la comunidad universitaria, con Dios y la Divina Pastora, por ese don para dibujar la vida.

Evocó a sus padres, sus historias fantásticas que cristalizó con carbón de leña en sus primeros intentos creativos.

“Mucho desearía que estuviese mi madre para que comprobara que sus esfuerzos no fueron en vano. Trino Orozco estaría satisfecho por este logro, al igual que Che María Giménez, quien apreciaría la idiosincrasia del pueblo larense. Requena me aconsejó que fuera fiel al paisaje y a sus cambios”.

Apuntó que su principal fuente de inspiración es esa naturaleza fragmentada en el espacio urbano.
“Hoy los retos aumentan. Me considero un aprendiz sencillo y disciplinado. Sigo siendo aquel soñador que hoy escribe un capítulo más, uno de mis mejores momentos”.

 

Complacido

 

Me siento turbado, dijo Hurtado, complacido por esta condecoración. “No alcanzo a comprender por qué se me honra con este Doctorado. Han reconocido mi terquedad, esa que me ha acompañado desde la niñez hasta la vejentud. Agradezco a todos los cómplices de mi tenacidad”.

Recordó a sus maestros Octavio Alvarado y Che María Giménez, a su esposa, familia y amigos.
“Aquí entre nos, en secreto, les confieso que esos cientos de cuadros no los he pintado yo. Ha sido el lienzo, quien en ese diálogo único, me indica lo que debo hacer. Soy obediente y le hago caso cuando me pide que descanse o que le cambie algún color chillón. Lo volteo, para luego encontrarnos en franca e intima conversación”.

A la nueva generación de artistas les expresó que el oficio de pintar no se aprende jamás, por lo cual vale ser terco y estar lleno de paciencia.

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