Un católico, y la mayoría de venezolanos lo es, debe tener cuidado cuando menciona el nombre de Dios.
No sé si Maduro será católico, pero me permito recordar a todos que según señala el Número 2142 del Catecismo de la Iglesia Católica, el nuevo, el promulgado por San Juan Pablo II en 1992, el segundo mandamiento de la Ley de Dios “prescribe respetar el nombre del Señor». Y el Número 2146 dice que “El segundo mandamiento prohíbe abusar del nombre de Dios, de todo uso inconveniente del nombre de Dios, de Jesucristo, de la Virgen María y de todos los santos”.
Ha sido frecuente durante el actual régimen, incluyendo a Chávez y Maduro, el uso del nombre de Dios y de Jesucristo, a pesar de que ambos han dicho ser militantes de una ideología política atea, materialista y arreligiosa. Por eso dudo de la sinceridad de esas menciones a Dios. Allá ellos.
En la memoria y cuenta retrasada del señor Maduro a la Asamblea Nacional el miércoles 21, frente a la magnitud de los problemas que enfrenta la nación y en expresa confesión de impotencia, ignorancia e ineptitud, Maduro lanzó la frase “Dios proveerá”, como esperando un milagro del Cielo, porque él no sabe qué hacer.
Aún presumiendo la buena fe de Maduro, habrá que decirle que un creyente sincero y trabajador pone todos los medios humanos para resolver los problemas que le corresponde resolver por su profesión u oficio.
Venezuela está llena de problemas y el régimen que preside Maduro no ha puesto un solo medio humano adecuado para resolverlos. Al contrario, toda su actuación los ha agravado. No espere entonces ayuda de Dios. Un joven estudiante, por ejemplo, no puede aspirar salir sobresaliente, ni siquiera aprobar, las materias que cursa si no estudia y se prepara bien. Podrá pedirle mucho a Dios, peroson los medios humanos, aplicados con sabiduría y tesón, los que le ayudarán a salir adelante. Dios no ayuda a comodones y sinvergüenzas.
Nuestras constituciones, todas, incluyendo la vigente de 1999, comienzan con una hermosa invocación a la protección de Dios para el pueblo venezolano, lo cual es necesario e importante, pero diferente a la mención que de Dios hace Maduro. La protección de Dios hay que pedirla, con sinceridad, con fe, con confianza en Dios, pero los problemas debemos resolverlos nosotros, con preparación, con honestidad, privilegiando la verdad y la justicia,estudiándolos, consultando a quienes saben, oyendo consejos, arbitrando acuerdos y soluciones, construyendo una unidad nacional, no robando ni regalando irresponsablemente nuestros recursos.
En el país existen venezolanos preparados para aportar ideas y soluciones a la tragedia que vivimos. Para Maduro,sin embargo, sino comulgan con sus ideas fracasadas en el mundo entero, no solo no los consulta, sino que los insulta, agrede y excluye. Así nunca Dios proveerá.
